¿Por qué estás tan decidido a mantener tu lado salvaje en silencio? Déjalo respirar. Dale una voz, deja que salga de ti en las olas abiertas, déjalo libre – Jeanette LeBlanc, Raging Rhetoric.
Me senté sobre el colchón lista para ir a dormir, ya que el día había resultado bastante agotador, pensaba que Félix más que una ayuda sería una molestia, y el cansancio en mis piernas era bastante abrumador, creía que había caminado las suficientes veces de la oficina de Enzo hasta mi escritorio que podía haberse hecho un hueco en el suelo durante mi trayecto, parecía que no tenía piedad ni consideración para el sufrimiento ajeno.
Entonces el causante de que mis pies dolieran, apareció en la habitación deshaciendo el nudo de la corbata y desabrochando los botones de su camisa, tranquilo, como si no hubiese estado toda la tarde dándome órdenes y causándome tics nerviosos. Rodé los ojos y deshice el pequeño peinado que tenía, para luego recostarme sobre la cama tratando de ignorar su presencia, aunque luego él se sentó en la orilla del colchón, mientras se quitaba sus zapatos.
—Ya estas inscrita en la universidad, comienzas la próxima semana, Damián se encargará de llevarte he irte a recoger — informo de repente sin siquiera inmutarse por lo dicho, en cuanto a mi estaba como anonadada por la felicidad que sentía.
—¿Enserio? — murmure aun sorprendida por la inesperada noticia.
—Félix te reemplazara cuando no estés en la empresa y te ayudara cuando estés, tendrán mucho tiempo para convivir, pero no dejes que se acerque mucho a ti— no puede evitar sonreír escuchándolo, por dios, al fin estaba en la universidad, al fin podía ejercerme como una profesional, el que dijo que el dinero no da la felicidad seguro estaba en un yate tomando el mejor licor.
—Gracias — me arrodille en la cama y me incline para abrazarlo por la espalda, lo cual lo sorprendió por unos instantes, pero no ejerció ningún tipo de lejanía.
—No me des las gracias, es mi parte del trato — él no lo entendía, no entendía cuanto había querido esto, cuantas noches pedí por esto, él no sabía cuánto lo quería; y la sonrisa no podía desaparecer de mi rostro, mostrando la alegría que me invadía.
—Lo sé, pero no puedo evitar sentirme agradecida — me aleje para volver a acomodarme en el suave colchón, entonces él se levantó del colchón y se dirigió al baño listo para una ducha y luego de unos minutos regresar a la cama.
Al siguiente día, me vestí y junto a Enzo salimos rumbo a la oficina, una vez ahí, cada uno se dispuso a hacer su debido trabajo. Ese día, todo estaba en total tranquilidad, la felicidad de la noche anterior aun agitaba mi corazón, y es que todo se sentía como un sueño y enserio necesitaba que alguien me pellizcara para estar completamente segura, todo iba de acuerdo al plan, y tenía que mantenerlo así, todo terminaría con total tranquilidad en un año.
Félix corría de acá para allá por toda la oficina, tirando papeles por todos lados, diciendo estupideces, y haciendo más desastres, el chico parecía no haber tocado nunca un lápiz, y tampoco hacer un café, Enzo lo había mandado ya siete veces a botar el café que hacía y las siete veces termino sobre su camisa blanca, ahora feliz se paseaba luciendo una camisa café que antes resultaba ser blanca.
—Dios, si las ventanas no tuvieran esos vidrios me hubiese tirado ya por una de ella — se quejó estirándose en su silla mientras observaba el techo — creo que era mejor que me mataran esos tipos.
—Acostúmbrate — dejó salir un largo suspiro y luego varias maldiciones — toma, sécate — le extendí un pañuelo — y solo necesitas echarle una cucharada de café, medio vaso de agua a la cafetera y ella hará el resto.
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Infierno De Seducción +18 ©
Roman d'amour¿Qué estás dispuesto a sacrificar por el deseo y la pasión desenfrenada? ¿Qué consecuencias trae consigo la pasión desenfrenada en un mundo dominado por la corrupción? El ajedrez es un clásico juego de estrategia donde el objetivo es derrocar al re...