En Seul una pintoresca ciudad, vivían dos almas inseparables que compartieron una infancia entrelazada desde sus primeros días. Sunoo y Sunghoon, unidos por un vínculo que iba más allá de la simple amistad, crecieron juntos, compartiendo no solo juegos y travesuras, sino también sus más profundos sueños y temores.
Desde que eran pequeños, las casas de Sunoo y Sunghoon, separadas por una sencilla cerca de madera, nunca fueron un obstáculo para su conexión. Eran una presencia constante en la vida del otro, explorando los campos descalzos, descubriendo cuevas imaginarias y construyendo fuertes con ramas y hojas. Sus risas llenaban el aire en los días de verano, y sus conversaciones nocturnas se transformaban en la melodía que acompañaba sus sueños compartidos.
La relación entre ellos trascendía cualquier definición convencional de amistad; eran, a todos los efectos, hermanos. Sus padres los veían como parte de una misma familia, y los lazos de sangre no podían compararse con la fortaleza del vínculo que forjaron. Compartían todo: desde libros y juguetes hasta secretos y esperanzas. Juntos enfrentaron los desafíos de la escuela, los primeros amores, aunque no del todo.
A lo largo de 14 años, nunca había surgido una sombra de duda sobre la naturaleza de su relación. Para Sunoo, Sunghoon siempre había sido su amigo, su hermano de otra madre. Pero todo cambió cuando Sunoo cumplió 15 años.
Era una tarde de otoño, y los árboles del parque comenzaban a teñirse de colores cálidos. Sunoo y Sunghoon paseaban como solían hacerlo, hablando de todo y de nada, disfrutando de la compañía mutua. Sunoo notó que algo era diferente en el aire, aunque no podía precisar qué era. Mientras Sunghoon hablaba, Sunoo se dio cuenta de que sus ojos no se apartaban de los labios de su amigo, de la forma en que su cabello se movía con la brisa y de cómo su sonrisa parecía iluminar todo a su alrededor.
—Sunoo, ¿me estás escuchando?— Sunghoon se rió, agitando una mano frente al rostro de Sunoo.
— ¿Eh? Sí, claro— respondió Sunoo rápidamente, sonrojándose. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué de repente se sentía tan nervioso? Nunca antes había experimentado esa sensación de mariposas en el estómago cuando estaba con Sunghoon.
Esa noche, Sunoo se acostó en su cama, mirando el techo de su habitación. No podía dejar de pensar en Sunghoon. Cerró los ojos, pero en su mente seguía viendo la sonrisa de su amigo, escuchando su risa. ¿Era posible que estos nuevos sentimientos fueran algo más que amistad?
Los días siguientes solo sirvieron para aumentar su confusión. Cada vez que veía a Sunghoon, su corazón latía más rápido. Empezó a notar detalles que antes le habían pasado desapercibidos: la forma en que Sunghoon se preocupaba por él, sus pequeños gestos de cariño, y cómo siempre sabía qué decir para hacerlo sentir mejor. Sunoo se sentía perdido, atrapado entre lo que siempre había conocido y esta nueva ola de emociones que no entendía.
Un sábado por la tarde, estaban sentados en el café local, compartiendo una tarta de chocolate. Sunghoon se inclinó hacia adelante, con una expresión seria en su rostro.
— Sunoo, he notado que últimamente estás distante. ¿Te pasa algo? Sabes que puedes contarme lo que sea.
Sunoo sintió un nudo en la garganta. Quería decirle a Sunghoon lo que estaba pasando, pero el miedo lo paralizaba. ¿Y si esto arruinaba su amistad? ¿Y si Sunghoon no sentía lo mismo?
— Es solo... cosas de la escuela— mintió Sunoo, forzando una sonrisa. — Nada importante.
Sunghoon lo observó detenidamente, como si pudiera ver a través de la fachada de Sunoo. Pero finalmente, asintió y dejó el tema.
Esa noche, Sunoo decidió que necesitaba entender sus sentimientos. Se sentó en su escritorio y comenzó a escribir en su diario, algo que no hacía desde hacía mucho tiempo.
"Querido diario, no sé qué me está pasando. Sunghoon siempre ha sido mi mejor amigo, mi hermano. Pero ahora... ahora siento algo más. No sé si esto es amor o simplemente una fase extraña. Solo sé que cada vez que lo veo, mi corazón late más rápido y no puedo dejar de pensar en él. ¿Qué debo hacer?"
Las palabras fluían con una facilidad que lo sorprendió. Cuando terminó, se sintió un poco más aliviado, pero todavía estaba lejos de encontrar una respuesta.
Los días se convirtieron en semanas, y Sunoo continuó luchando con sus sentimientos. Cada vez que veía a Sunghoon, se sentía más seguro de que lo que sentía era amor. Pero el miedo a perder a su amigo lo mantenía en silencio.
El sol estaba comenzando a ponerse cuando Sunoo llegó a casa después de un largo día de clases. La jornada había sido particularmente extenuante, con exámenes y tareas acumuladas, pero lo que más le molestaba era la ausencia de Sunghoon. Sunghoon había llamado temprano esa mañana para decir que se sentía mal y que no iría a la escuela. Sunoo había pasado el día preocupado por él, esperando ansiosamente poder visitarlo después de las clases.
Al entrar en su casa, Sunoo saludó a su madre rápidamente y subió las escaleras hacia su habitación. Abrió la puerta y, para su sorpresa, encontró a Sunghoon sentado en su cama, envuelto en una manta. La sorpresa fue aún mayor cuando vio que Sunghoon estaba sosteniendo su diario, con una expresión de asombro en su rostro.
— Sunghoon, ¿qué estás haciendo aquí?— Sunoo exclamó, sintiendo una mezcla de sorpresa y alarma. Su corazón latió con fuerza al darse cuenta de lo que Sunghoon podría haber leído.
Sunghoon levantó la vista del diario, sus ojos llenos de emociones contradictorias. — Sunoo, yo... lo siento. Estaba buscando algo para leer y... no sabía que esto era tan personal.
Sunoo sintió que el color abandonaba su rostro. — ¿Qué... qué leíste?— preguntó, aunque ya sabía la respuesta. El miedo y la vergüenza se arremolinaban dentro de él.
Sunghoon tragó saliva, cerrando el diario con cuidado. — Leí sobre tus sentimientos, sobre... nosotros.
El silencio que siguió fue pesado y cargado de tensión. Sunoo quería decir algo, cualquier cosa, pero las palabras se le atascaban en la garganta. Finalmente, reunió el valor para hablar.
— Sunghoon, lo siento. No quería que te enteraras así. He estado tan confundido y asustado. No sabía cómo decírtelo, y escribiendo en mi diario era la única forma en que podía ordenar mis pensamientos.
Sunghoon se levantó de la cama, todavía envuelto en la manta, y se acercó a Sunoo. — Sunoo, no tienes que disculparte. Solo... estoy sorprendido. No sabía que sentías lo mismo que yo.
Sunoo lo miró, sus ojos llenos de confusión. — ¿Lo mismo que tú? ¿A qué te refieres?
Sunghoon tomó una profunda respiración, sus ojos buscando los de Sunoo. — Yo también he estado sintiendo algo más que amistad por ti. Pero estaba demasiado asustado para decir algo. Pensé que si te lo decía, arruinaría lo que tenemos.
El alivio y la incredulidad llenaron a Sunoo. — ¿De verdad? ¿Tú también...?
Sunghoon asintió, una leve sonrisa apareciendo en sus labios. — Sí, Sunoo. Te quiero, más de lo que he querido a nadie. Y he estado tan confundido como tú.
Sunoo sintió que una enorme carga se levantaba de sus hombros. Sin pensarlo dos veces, dio un paso adelante y beso a Sunghoon, sintiendo la calidez de su cuerpo a través de la manta. Sunghoon correspondió el beso, apretando a Sunoo con fuerza.
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El Reencuentro Que Cambio Mi Vida.
Romance.SUNSUN. El amor se puede presentar en muchas maneras, pero sin dudarlo, el mas esperado siempre será ese amor que tomo años desarrollar, ese que se anhela desde lo mas profundo de nuestro ser, y así mismo esto sucedió con Sunoo y Sunghoon, 2 chico...