Primeras Semanas

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Sunghoon siempre había sido alguien que demostraba sus sentimientos a través de acciones más que de palabras. Desde que decidió demostrar su compromiso hacia Sunoo, cada día se esmeraba en pequeños gestos que, aunque aparentemente simples, llevaban consigo un gran significado.

Cada mañana, antes de que el bullicio del campus universitario comenzara, Sunghoon se levantaba temprano. Con dedicación, escribía una nota motivadora y la colocaba en la taquilla de Sunoo. Las palabras variaban cada día: "Eres increíble, no lo olvides", "Hoy será un gran día", "Confío en ti". Pequeños mensajes que pretendían ser un recordatorio constante de que Sunghoon estaba ahí para él, apoyándolo en cada paso.

No solo eran las notas. Sunghoon había aprendido rápidamente el café favorito de Sunoo y, sin falta, lo dejaba en su escritorio antes de las clases. El aroma del café recién hecho era el primer indicio para Sunoo de que su día comenzaría con una sonrisa. Siempre encontraba un pequeño papel doblado junto al vaso, con algún comentario alegre o un dibujo tonto que Sunghoon había hecho para arrancarle una risa.

Además, Sunghoon se ofreció a ayudar a Sunoo con sus estudios y proyectos universitarios. Al principio, Sunoo se mostró un poco reacio, temiendo que Sunghoon pudiera sentirse abrumado. Sin embargo, la insistencia de Sunghoon y su sincero deseo de pasar más tiempo juntos terminaron por convencerlo.

Las tardes en la biblioteca se convirtieron en su rutina. En medio del silencio académico, intercambiaban conocimientos, Sunghoon ayudando a Sunoo con matemáticas y física, mientras Sunoo le explicaba conceptos de literatura y arte. Estos momentos se convirtieron en una oportunidad para ambos de aprender y crecer, no solo en sus estudios, sino también en su relación.

Con el paso del tiempo, estos pequeños gestos diarios empezaron a transformar su vínculo. Sunoo, al principio sorprendido y agradecido, comenzó a esperar con ansias esos momentos. La presencia constante de Sunghoon, su apoyo incondicional y las pequeñas sorpresas diarias crearon un ambiente de confianza y calidez entre ellos.

Un día, mientras salían de la biblioteca después de una sesión particularmente larga, Sunoo se detuvo y miró a Sunghoon con una sonrisa que decía más que mil palabras.

—Gracias, Sunghoon —dijo Sunoo, su voz suave pero cargada de emoción—. Por todo lo que haces por mí.

Sunghoon sonrió de vuelta, sintiendo una calidez en el pecho al ver la sinceridad en los ojos de Sunoo.

—Lo hago porque me importa —respondió Sunghoon—. Y porque quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti.

A medida que caminaban juntos hacia sus dormitorios, bajo el cielo estrellado de la noche, ambos sentían que esos pequeños gestos cotidianos habían construido algo grande y significativo. Su relación se fortalecía día a día, cimentada en el compromiso y la dedicación de Sunghoon, y en la gratitud y el cariño de Sunoo.

El campus universitario se había convertido en el telón de fondo de su rutina diaria, pero Sunghoon y Sunoo sentían que necesitaban explorar más allá de sus confines. Con el deseo de mostrarle a Sunoo una faceta diferente de la ciudad, Sunghoon organizó una serie de salidas para que pudieran disfrutar de su tiempo juntos fuera del entorno académico.

Una mañana soleada de sábado, Sunghoon apareció en la residencia de Sunoo con una sonrisa entusiasta y un plan trazado. Decidieron empezar su aventura en una de las cafeterías favoritas de Sunghoon, un pequeño local escondido en una esquina tranquila del barrio. La cafetería, con sus paredes adornadas de arte local y una atmósfera acogedora, era el lugar perfecto para comenzar su día. Mientras saboreaban sus cafés y disfrutaban de la conversación ligera, Sunghoon contó historias sobre sus visitas anteriores al lugar, pintando recuerdos con cada palabra.

El Reencuentro Que Cambio Mi Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora