Capítulo 18

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Decir que Jimin estaba nervioso era quedarse corto. Estaba más que nervioso, sentía un revoltijo de emociones. Esa mañana de sábado se despertó demasiado temprano, sus padres ya se habían ido, y comenzó a limpiar toda la casa como nunca antes lo había hecho.

Quería que Jungkook y Yiren se sintieran cómodos, porque sí, Jungkook había aceptado pasar ese fin de semana junto a él.

No podía estar más emocionado y contento; sin embargo, su sonrisa se desvaneció cuando miró la hora en su móvil.

¡Las once y media!

Había quedado con ellos a las doce. Sin más remedio, se vistió con lo primero que encontró, y antes de salir, echó un vistazo rápido a toda la casa, asegurándose de que todo estuviera en su lugar. Una vez terminó su mini-análisis, salió corriendo hacia la entrada del barrio de Jungkook, ya que había sido el punto de encuentro.

—¡Ya estoy aquí! —gritó emocionado una vez llegó.

—Vaya, por un momento pensé que te habías arrepentido —dijo con malicia el de cabello azabache.

—Ya te gustaría —comentó irónico el rubio.

Jungkook sonrió antes de tomar de la mano a su hermana.

—¿Preparados para pasar el mejor fin de semana de sus vidas? —preguntó con emoción el rubio.

—¡Sí! —gritó emocionada la pequeña.— ¡Vamos!

—Espera, Yiren, nos falta alguien alegre. —sonrió divertido— dile a tu hermano que quite esa cara de culo.

—Jungkook, cambia esa cara, sino no podremos ir —dijo con un puchero la castaña.

—¿Es en serio? —preguntó incrédulo. Tanto Jimin como Yiren se miraron para después asentir.— Menuda tontería, bien... ¡Vamos! —dijo en un tono divertido pero con obvia ironía.

—Eso suena mucho mejor. —dijo el rubio.— Ahora sí, vámonos.

Comenzaron a caminar en dirección a la casa de Jimin. El corazón de Jungkook latía rápidamente, con una sensación de calidez en su pecho. Y como siempre, intento ignorar ese sentimiento.

—Y esta es mi casa. —dijo en un suspiro el rubio cuando abrió la puerta.

Jungkook y Yiren entraron observando todo con atención. Jimin vio cómo Jungkook se quedaba quieto en su sitio, algo tímido.

Parecía un niño.

Mientras que Yiren caminaba por el gran salón, gritó de alegría cuando observó un televisor de plasma.

—Vaya, qué preciosidad. —sonrió la niña.— ¿Puedo ver la tele? —preguntó con emoción en su voz.

Jimin asintió al instante, pues en la casa de Jungkook había televisión pero tenían cuatro canales, aparte que a veces la antena fallaba. Entonces regresó su mirada al azabache y este seguía en la misma posición que antes.

—Ey. —murmuró suavemente Jimin.— ¿Estás bien?

Jungkook lo miró para después asentir levemente.

—Es solo que... bueno, esto es nuevo para mí. No sé qué hacer.

—¿Lo dices por la casa?

—En parte, pero también, emm... —desvió la mirada, sintiéndose más pequeño que nunca.— Nunca he estado en casa de nadie, ni de familiares y mucho menos de amigos... por eso todo esto es raro para mí.

Jimin mentiría si dijera que no le dolió lo que dijo, pues se imaginaba que Jungkook no había hecho realmente amigos debido a su padre.

—Bueno, para empezar deja de sentirte tímido. —sonrió acercándose más al contrario.— Y segundo, puedes quitarte la mochila y dejarla en el cuarto de invitados, y también la de tu hermana.

El hijo de un asesino ● KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora