Capítulo 10

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Jimin no podía hablar ni pensar con claridad. Estaba muy asustado y solo podía murmurar cosas ininteligibles. Sus manos temblaban, al igual que todo su cuerpo. Entonces vio cómo el hombre arrodillado le sonrió antes de hacer una señal a sus hombres. Dos hombres se le acercaron y lo levantaron bruscamente. Jimin no luchó porque estaba demasiado aterrorizado y sabía que sería en vano.

-Muy bien, desnudadlo -ordenó con voz firme-. Vamos a enseñarle a este niño rico quién manda.

Jimin reaccionó e intentó soltarse, pero no podía; eran más altos y fuertes que él. Se arrepintió de no haber hecho más ejercicio. Aun así, logró darle un puñetazo a uno de ellos, haciéndolo soltarlo, pero de inmediato sufrió un golpe del otro que lo estaba agarrando.

-¡Maldición, quédate quieto! -dijo el hombre golpeado, volviendo a sujetarlo.

-Vamos, desnudadlo de una vez -ordenó el líder con impaciencia.

El mundo de Jimin se derrumbó cuando vio a tres de ellos acercarse para cometer sus fechorías. No podía hacer nada; dos de ellos lo tenían sujetado con tanta fuerza que le saldrían moretones. Se rindió, aceptando lo que iba a pasar. Sintió cómo uno le subía la camiseta, mientras escuchaba las risas perversas de los demás.

-Dejadlo.

Jimin abrió los ojos, sin saber en qué momento los había cerrado. Observó a un chico acercarse hasta casi ponerse frente a él.

No podía ser.

Jungkook.

-Jungkook -murmuró el hombre que antes había dado la orden-, ¿este chico es tuyo?

Jungkook miró a Jimin con la mandíbula tensa y los puños apretados, conteniéndose.

-Sí, es mío.

Jimin lo miró sorprendido, pero no dijo nada. Solo quería irse de allí.

-Perdón, no lo sabía -dijo el líder, haciendo una señal a sus hombres, que soltaron a Jimin de inmediato-. No volverá a ocurrir.

Jimin vio cómo Jungkook le hacía un gesto para que lo siguiera, y no dudó en hacerlo. Pero antes de salir del callejón, el líder agarró la muñeca de Jungkook.

-¿No le dirás nada a tu padre, verdad? -parecía tener miedo, se le notaba en los ojos.

-Si vuelves a tocarlo, no dudaré en decírselo -advirtió Jungkook, soltándose de su agarre.

Salieron del callejón y caminaron un poco más. Jimin iba a hablar, pero entonces Jungkook lo estampó contra la pared más cercana, acercando su rostro peligrosamente. Su respiración estaba agitada y se veía más tenso que antes.

-¿Qué mierda hacías tú y tus amiguitos por esta zona?

Mierda. Lo había pillado. No podía mentir, porque eso lo enfadaría más y podría dejarlo nuevamente en ese callejón.

-Y-yo... -apenas le salía la voz-. Lo siento, s-solo quería saber dónde vivías... lo siento de verdad -empezó a llorar.

Lloraba porque sentía que había fallado a Jungkook, porque casi abusaron de él en un callejón, porque sus amigos lo habían dejado solo. Su cuerpo todavía temblaba como gelatina. Seguro que ante los ojos de Jungkook se vería ridículo, llorando y temblando.

Sin embargo, Jungkook no pensaba nada de eso. Ante sus ojos solo había un chico asustado y perdido. Verlo en ese estado le jodía, y aunque quisiera odiarlo por haberlo seguido, no podía.

-Vuelve a casa -se alejó un poco de él.

-N-no me dejes solo -suplicó.

Jungkook suspiró, se cruzó de brazos mirándolo directamente. Tenía que ayudarlo, sería lo más sensato, pero no quería acercarse más a ese chico. Solo le traía problemas.

El hijo de un asesino ● KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora