Capítulo 30

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Jungkook soltó un jadeo ahogado cuando la bala le rozó el brazo, dejando un rastro de ardiente dolor a su paso. Alzó la vista, sus ojos oscurecidos por el dolor se encontraron con los fríos y determinados de la mujer que sostenía el arma.

—La siguiente irá directo a tu amigo. Te estoy dando una última oportunidad —amenazó.

El azabache se desplomó en el suelo, su cuerpo cediendo ante la pérdida de sangre y el agotamiento. Sus párpados se cerraron, pesados, mientras escuchaba a su alrededor sonidos de disparos y los gritos de la mujer.

En medio del caos, dos voces empezaron a gritar, sonando en sus oídos.

¡Suelta el arma o te disparo! —la voz era autoritaria.

¡Atrévete! —respondió la mujer, su tono desafiante.

Entonces, escuchó el estruendo brutal de dos disparos. Sintió un golpeteo constante en las mejillas, alguien intentando mantenerlo consciente, pero su cuerpo no respondía.

No tenía fuerzas.

—¡Joder! Está perdiendo mucha sangre —maldijo una voz con desesperación—. Hyun, cárgalo. Yo me ocupo del otro chico. ¡Nos vamos de aquí ya!

Sintió cómo lo levantaban, el movimiento era doloroso y mareante. Con un último esfuerzo, abrió los ojos apenas una fracción, lo suficiente para ver a Min llevándose a Jimin; el rubio parecía más estable, aunque pálido y aturdido.

Esa imagen se grabó en su mente mientras la oscuridad lo envolvía por completo. La conciencia de Jungkook se desvaneció, dejándolo en un abismo de nada.

[❤️‍🩹]

Dos horas después, Jungkook abrió los ojos. Parecía como si todo hubiera sido una pesadilla, pero era real. Muy real. Pudo comprobarlo cuando sintió todo su cuerpo adolorido, soltando un quejido al intentar incorporarse. Al ver que no podía, volvió a tumbarse. Observó el lugar: estaba en una camilla, pero no era un hospital. Era una habitación bastante deprimente. Alzó el brazo, notando que tenía dos intravenosas conectadas a una bolsa de suero.

Sabía que Min tenía en su banda a un ex médico profesional, así que seguramente él había sido quien le curó. 

La puerta se abrió y vio a Min entrar.

-Has despertado -suspiró Min acercándose al azabache-. Antes de que preguntes, tu novio está bien. Sigue algo mareado, pero ya puede caminar y hablar.

-¿Dónde está? -preguntó Jungkook, sintiendo su garganta seca.

-Fuera, esperando a que despiertes.

Jungkook no tuvo que decir nada para que Min entendiera lo que quería.

-Ahora le llamo, pero no puedes incorporarte, estás débil. Necesitas descansar.

-Bien.

Min salió por la puerta y no pasaron ni dos segundos antes de que el rubio entrara. Al instante, Jimin se abalanzó con cuidado, abrazándole.

-Mierda, tenía miedo -murmuró con lágrimas.

-Tranquilo, Jimin, todo está bien.

-No... estás mal -se separó para mirarle mejor-. Han tenido que quitarte la bala y curarte la herida de la costilla. Has estado a punto de morir, Jungkook.

-¿Qué?

-Tus heridas eran muy graves. Si no te las hubieran tratado a tiempo, n-no hubieras...

Jungkook mandó a la mierda las órdenes de Min, se incorporó para atraerlo y abrazarlo mejor. Jimin lloró contra su pecho, sintiendo las manos de Jungkook rodearle.

El hijo de un asesino ● KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora