Capítulo 2

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Esa mañana sería agradable y tranquila, sino fuera por los constantes gritos que se escuchaban en la cocina. No era nada novedoso para él, sus padres tenían esas discusiones constantemente. Incluso una que otra vez los vecinos habían llamado a la policía porque llegaban a las amenazas.

—¿Algún día pararán? —se auto preguntó.

Estaba cansado.

Deseaba marcharse de esa casa pronto. Vivir en un hogar donde lo primero que escuchase no fueran los gritos de sus padres. Con pesadez se colocó la mochila en la espalda y fue a la cocina, se paró en el marco de la puerta pero sus padres no notaron su presencia.

—Me voy a clases —elevó la voz para que lo escucharán.

Su padre lo miro algo apenado incluso avergonzado, sin embargo su madre tomó el vaso que posaba en la encimera tomando su contenido de un solo trago. Jimin supuso que sería whisky. El olor a alcohol inundaba toda la cocina.

—¿No vas a desayunar? —preguntó su padre con una sonrisa forzada.

Jimin solo negó con la cabeza.

—Bueno, entonces que te vaya bien —se limitó solo a decir, mientras que su madre se servía un poco más de bebida, sin siquiera mirarle.

Jimin dio un leve asentimiento para después dar media vuelta y irse.

[🔪]

Esta vez llegó a la hora correcta, sentándose cerca de la pizarra. Pudo notar como la clase iba llenándose de a poco. Hasta que entró por la puerta el chico que había estado en sus pensamientos toda la noche. Vestía con la misma prenda de ayer, incluso el pelo lo tenía mas desaliñado que dándole ese toque sexy.

Jimin lo vio sentarse a lo lejos de la clase mientras tecleaba algo rápido en el móvil. Hasta que el pelo azabache pudo sentir un par de ojos encima de él que provocó que levantará la mirada. Jimin la apartó de inmediato volviendo su vista al frente, y sintiendo como sus mejillas se ponían rojas.

Pero esa no fue la única vez que chocaron miradas.

Pues durante las siguientes clases el azabache pillaba como el rubio lo miraba "disimuladamente".

Ridículo.

Incluso en la cafetería pudo ver como el rubio no prestaba ni la mínima atención a sus amigos por estar concentrado en él. Jungkook se empezó a sentir algo incómodo. Estaba acostumbrado a tener todas las miradas encima de él, pero esta vez era diferente. Porque el rubio no lo miraba juzgándolo más bien como con ¿intriga? No sabría como describirlo, pero le estaba empezado a tocar los cojones.

Una vez sonó la alarma que daba finalizado el recreo y el inicio de las clases, Jimin se puso de pie dispuesto a irse, hasta que sintió como alguien se ponía a su lado.

Algo más alto y fuerte.

—Quiero hablar contigo —dijo esa persona de una manera fría.

Eunwoo que estaba a su lado se imagino mil escenas donde lo mataban.

Exagerado.

—¿A-ahora? —tartamudeó el rubio al ver quién era. No podía creer que fuera Jungkook quien le estuviera hablando.

Jungkook solo asintió con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

El hijo de un asesino ● KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora