Las finas gotas de lluvia caían sobre la delgada chaqueta resbalando por esta hasta perderse en algún lugar del húmedo pavimento, froto sus manos entre si formando una pequeña "O" con sus labios para exhalar aire caliente en un desesperado intento de entrar en calor. Definitivamente no había extrañado el frío clima de Japón durante estos años.
Sus ojos se fijaron en un modesto pero lindo edificio antiguo de cuatro plantas, con agilidad metió una de sus manos a su bolsillo para sacar un pequeño papel con una dirección escrita en lápiz tinta, forzó su vista en un intento de descifrar si ya había llegado al lugar correcto entre tanta tinta desparramada debido al agua. Sinceramente, pensó que Bokuto viviría en algún lugar más extravagante, de acuerdo a aquella personalidad que recordaba de sus años en preparatoria, su mentor cargaba una personalidad bastante extrovertida. Pero por otro lado aquel acogedor hogar si era algo que gritaba el nombre de su actual prometido.
Prometido. En su estómago se generó un revoltijo qué lo hizo querer correr a algún baño cercano, de alguna forma su cerebro lo había llevado al recuerdo más recóndito al asociar la palabra a una promesa que jamás se realizó hace muchos años atrás, promesa que jamás existió.
Sus manos agarraron su estómago y corrió dentro del edificio, subiendo hasta el último y más grande piso, en donde golpeo reiteradas veces la gran puerta de madera vieja de donde colgaba un adorno de búho dorado.
-¡Shoyoooooo!
Fue apretujado entre unos gigantes brazos en cuanto la puerta se abrió hasta atrás, Bokuto definitivamente había entrenado bastante durante esos años, pero Hinata tampoco se quedaba atrás, incluso su altura había aumentado orgullosamente 10 centímetros.-Perdón por venir a molestarlos tan tarde pero es mañana y creo que vomitare antes de entrar a la cancha y siento que mi corazón se estruja pero eso no se si sea por el partido o porque...
-Calma.
La voz suave pero firme de Akaashi se había hecho presente en el escenario, el bronceado pelinaranja ni si quiera había tomado alguna pausa, casi ahogándose en el proceso.- Cierren esa puerta y pasen, luego adentro nos cuentas con calma sobre Kageyama.-¿Ka-kageyama?
-Uno no es tonto.
Contesto el pelinegro entregándole una sonrisa reconfortante, Shoyo puchereo con sus ojos ahora llorosos.-¿Qué tiene que ver Kageyama?
Kotaro pregunto, bastante confundido. Keiji solo río.Las lagrimas no tardaron en caer, Bokuto y Akaashi le recordaban a Heitor y Nice.
Extrañaba Brasil, pero estando allá extraño a Japón y aquellos ojos azules.
