9. Necesidad de control

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Su cuerpo se tensó hasta sentarse y unos brazos la salvaron de que se diera la cabeza contra la cama de arriba. Gönül abrió los ojos y, sintiendo que el mundo giraba demasiado rápido, los volvió a cerrar.

Quiso levantarse nuevamente, pero Belkis la devolvió a su lugar en un santiamén.

—Gönül, no digo que no te levantes, pero házlo con cuidado —recomendó Belkis.

—¿Por qué estoy acostada? —Sus ojos se abrieron con temor—. ¿Quiénes me vieron así?

—En esta celda, todas. En las celdas vecinas, solo algunas —respondió Gülsüm, tomando su mano para ayudarla a sentarse—. ¿Sabes cuánto tiempo has pasado dormida? Trece horas. Y te sucede porque no descansas.

Gönül negó y le dio gracia notar que aún tenía el delantal y el pañuelo puesto. Soltó sus cabellos, sintiendo por poco que su cuero cabelludo le gritaba "¡gracias!" por liberarlo y lo mismo cuando desató el delantal y dejó de sentir ese nudo incómodo en su espalda.

—Creo... creo que mi hija estaba en peligro —resolvió, percibiendo una leve presión en su ombligo, pero era diferente, se notaba por la forma en que su loba se sentía en paz dentro de ella. Zeynep estaba bien.

Nuestra alfa la protege.

—Ah, ¿y ahora debemos creerte? ¿Por qué no aceptas simplemente que hoy no querías cocinar? —intervino una mujer, impidiendo que reparara por completo en las palabras de su loba.

La mirada verde de Gönül la observó, preguntándose si realmente le estaba planteando algo tan ridículo, justo a ella, que se pasaba los días atendiéndolas a todas. No tuvo tiempo de responderle. La voz de Belkis interrumpió el silencio:

Déjala en paz, dice la verdad —dijo, haciendo que la mujer frunciera el ceño en una expresión de dolor—. Lo siento. Yo no quise, ah, ¡maldita sea! —Se retiró al baño, frustrada.

Gönül se incorporó con dificultad, diciéndole a Gülsüm que no se preocupara, que ella hablaría con Belkis, porque le da pena que ponga la cara por ella, no debería hacerlo. Gönül ya había demostrado en otras ocasiones que podía defenderse.

Se movió, bajo la mirada y negativa de algunas otras mujeres que sabían que en momentos así había que dejar a Belkis sola. Sin embargo, Gönül no era de esas, no se sentía cómoda cuando su amiga se aislaba.

—No deseo hablar con nadie —se atajó Belkis al oír las pisadas, pero al ver los ojos verdes, su expresión se suavizó—. Gönül, ¿por qué te has levantado?

—Porque trece horas acostada fueron suficientes —dijo, acercándose a lavarse la cara—. Además... somos amigas, ¿no? ¿Qué pasó allí, por qué no me has dejado responderle?

—No puedo controlarlo, ¿vale? No puedo. Mi loba suele ser más fuerte verbalmente y más si... si se comportan de forma inmadura.

Y es que a Belkis le enojaba que las demás fueran venenosas con Gönül, le enojaba que lo hicieran delante de ella, ¿desde cuándo? Desde que notaron que es su debilidad, su única debilidad. Está segura de que lo notaron, porque pierde el control más fácilmente cuando se meten con ella.

Encima ahora... ahora salió su voz nuevamente. ¿Su secreto? Expuesto de manera vergonzosa.

—Belkis, está bien. Además, siempre podemos tomar un té con ella para ponerla en su lugar —susurró con complicidad.

Gönül la miraba con diversión, tranquilidad y respeto. Eso le gustaba. Que le tuvieran respeto. No había día en que no temiera perderlo. De todos modos, esa mirada verde no le daba el brillo de respeto de las demás personas, que se entremezclaba con el miedo. Gönül realmente parecía respetarla desde otro lugar. ¿Era eso lo que la hacía débil?

—¿No me preguntarás por qué estoy aquí y no con las demás?

La lengua de Gönül chasqueó.

—¿Quieres contármelo?

Belkis rió.

—Eres inteligente, Gönül. Esa es una de las cualidades que más me gustan de ti —susurró Belkis, alejándose al sentir que sus feromonas salían sin permiso—. Lo siento, pero en serio necesito que me dejes sola un momento.

Entonces Gönül entendió, entendió perfectamente que Belkis nunca se estuvo aislando, sino que las cuidaba a todas de ella misma.💌

Addictive habit-[Gönul ve Cahide]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora