13. Vergüenza

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La guardia había intentado negarle la visita, alegando que aún no habían transcurrido los quince días reglamentarios para que pudiera verla de nuevo.

Pero su loba no daba tregua, insufrible y obsesionada con un solo pensamiento: te la ganaron, la abandonaste. Cobarde.

Mostró su identificación de abogada con manos temblorosas, y esperó, moviendo la pierna con ansiedad  hasta que la vio entrar en la habitación.

Se levantó al instante, abrazándola con desesperación mientras la guardia se retiraba y vigilaba desde fuera.

—Lo lamento—murmuró, con voz quebrada—. Lamento haber venido ese día sin avisarle, haberla molestado, haber venido como visita común y no como su abogada. Lamento haberme ido de modo tan abrupto.

Gönül había olvidado lo imponente que era la Sra. Cahide. El abrazo se sentía tan seguro, tan reconfortante, que no pudo evitar esconder su rostro en su cuello, haciendo que su garganta emitiera un sonido suave y vibrante. Un ronroneo.

Ambas enrojecieron, pero no se apartaron, al menos no todavía.

—Estoy pasando mis celos con una alfa, Sra. Cahide— susurró, pero Cahide no la alejó.

—Lo sé. No me expliques nada— la tuteó, por primera vez, deseando no saber más nada de esa situación porque estaba sintiendo a su loba removerse con enojo cuando la mencionaba.

—Pero quiero hacerlo— continuó, y se sentaron enfrentadas. Las manos de Gönül esposadas por encima de la mesa, la Sra. Cahide las envolvió y sonrió—. ¿Qué sucede?

—Tocar tus manos es como tocar las de Zeynep—suspiró y las apretó con cariño.

—No me cambie de tema, escúcheme. Belkis no es como las demás. Ella es recesiva. Me ayuda a que mis ciclos no sean dolorosos y yo la ayudo a no perder el control en los suyos, ¿entiende?

—No me habías dicho que tenías problemas con tus ciclos de celos.

Una sombra rosada arrasó sus mejillas.

—Los primeros años fueron más controlables— explicó, recordando los nidos que llegó a armar con cartas impregnadas de olor a manzana—. Pero cuando supe que Belkis era... una alfa— su voz bajó un tono—, mi loba se descontroló. La buscaba todo el tiempo, y la suya hacía lo mismo conmigo.

—Comprendo.

Gönül levantó la mirada, ¿de veras comprendía o solo simulaba hacerlo para zanjar el tema?

—Soy de las que creen que nuestras lobas actúan por instinto y por destino. Si necesitamos sobrevivir de alguna manera, ellas nos guían a hacerlo.

Gönül frunció los labios. Belkis y ella habían decidido hacerles caso a sus lobas, hubo libre albedrío, hubo consentimiento.

—No creo en eso—se limitó a responder Gönül y notó que quizás era el momento de decirle todo—. Estoy aquí dentro para escribir otro destino y usted está afuera, ayudándome a mejorarlo.

—¿De qué hablas?

—¿Zeynep sigue con pesadillas?

Su abogada se quedó pensativa, porque ya no eran tan frecuentes las noches en que despertaba por un llanto de Zeynep y le preparaba su infusión de leche con miel para calmarla.

—Tiene menos que antes.

—¿Se las describe?

Cahide asintió ligeramente y Gönül sonrió adolorida.

"—Recuerdo los golpes, los gritos de mamá. Luego recuerdo el fuego en toda la casa y mamá buscándome.", decía Zeynep con angustia de no poder tener una memoria diferente, más esclarecedora.

"—Eras pequeña, es normal que no recuerdes bien algo tan fuerte. No estabas lista para algo así. Tu mente y tu loba solo te estaban protegiendo", había dicho Gamze, acompañándolas en una de esas madrugadas.

—Nuestra hija escribió el destino de su padre con un fósforo, solo para defenderme.

Las manos de Cahide la soltaron, haciéndola sentir vacía de algo. La melena rubia de su abogada se movía en negación.

—Ahora sabe la verdad. Toda la verdad.

Cahide habría deseado jamás saberla. 💌

Addictive habit-[Gönul ve Cahide]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora