11. Llama

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Una de las cosas que más disfrutaba de terminar su día laboral era llegar a casa, quitarse los zapatos y recostarse en su habitación mientras sentía el olor a caramelo que escapaba del cajón de su mesita de noche.

Cahide inhaló profundamente, con los ojos cerrados antes de sacar de su bolsillo la hoja y leerla. Olor a caramelo. Bendito olor a caramelo, pensó.

Junio, 2002.

Sra. Cahide:

Me resulta difícil explicar el alivio que me genera que nuestra hija sea beta. En un mundo de alfas, ser omega es un poco más difícil. Realmente lo es. Mi consejo es que nunca dé por sentadas las emociones de Duru. Cuestiónela. No tema hacerlo.

Mis padres me entregaron creyendo que estaba enamorada de Mustafá. Me vieron aparecer con una marca y embarazada de Zeynep y nunca cuestionaron si existió el consentimiento, si yo verdaderamente quería ese lazo.

No le deseo mi infierno a nadie, ni pienso tampoco atravesar sus llamas.

Existen detalles que debo, necesariamente, omitir en estas cartas. Pero créame cuando le digo que no estoy en la cárcel porque usted haya sido una mala abogada, no se flagele con ese pensamiento porque no es ése el camino.

La pulsera de Zeynep... tiene olor a nuez, por eso se siente dulce y terroso.

Respecto a mí, estoy bien. No se preocupe. Mis amigas me cuidan. No necesito más que su compañía, Sra. Cahide, porque me es un soporte distante. Gracias por eso y por todo.

Con afecto,

Gönül.

Entonces, la culpa se difuminó y escapó del cuerpo de Cahide, porque Gönül le había confirmado que había cosas que no sabía, que no podía aún saber y mucho menos por esos medios. No sabía cuánto necesitaba esa confirmación para sentirse relajada.

Visítala.

Y con esa idea, sus ojos se cerraron dispuestos a regalarle una siesta tranquila junto al recuerdo en sueños de un rostro con ojos esmeraldas.💌

Addictive habit-[Gönul ve Cahide]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora