Lo pensaba y calculaba cinco. Pero cuando le preguntaba a Belkis, ella le decía que llevaban casi seis. El caso, para dicha de ambas, era que comenzaron a compartir esos momentos cuando sus lobas se desesperaron en demasía por contacto y se aceptaron con confianza cuando se sintieron.
Gönül y Belkis suspiraban agotadas, pero satisfechas, al fin satisfechas de haberse vuelto a tener y parecía que desde que empezaron con ese vínculo complejo, todas tenían un cuidado mayor al dirigirse a la ojiverde. La misma guardia, por mucho que su corazón ardiera, la respetaba.
—Gönül, te han venido a visitar —avisaron desde el exterior del baño—. Tienes cinco minutos para salir.
Su piel se erizó. Llevaba diez años en prisión y jamás había recibido una sola visita, se había negado a ello.
—Oye... hoy has tenido premio doble, Gönül —dijo Belkis, ayudándola a acomodar sus cabellos en una trenza larga con habilidad.
—No digas eso —respondió Gönül, bajando la mirada.
Belkis besó la punta de su trenza con cariño y acarició su hombro para otorgarle confort. La notó nerviosa y eso no le gustaba nada.
—No pienses tanto en quién es. Estará todo bien. Ve. Yo terminaré de limpiar todo este desastre.
Gönül asintió con timidez, terminando de acomodar su remerón y su pantalón. Cuando salió del baño, la guardia ya la estaba esperando con las esposas en mano. Luego de ponérselas, salieron de la celda, camino a la zona de visitas. Tras todos los chequeos necesarios, abrieron la puerta del cuarto, dejándola pasar y guiándola.
A decir verdad, Gönül se sentía muy desorientada. No conocía ese lugar ni cómo manejarse y se notaba en sus pasos dubitativos. Pero el olor a manzana fue su mapa y su sorpresa:
—¿Se- señora Cahide?
La mirada oscura atravesó el vidrio. El tiempo había pasado para Gönül, pero se veía radiante, un poco acalorada, con los labios demasiado acolchados y las manos temblorosas mientras tomaba asiento. Sus feromonas atravesaban el espacio entre el vidrio y la madera, haciendo que Cahide sintiera rechazo. Gönül tenía el aroma de un alfa encima de ella.
—Sra. Cahide... qué alegría verla —dijo, suspirando con pesadez.
Solo se miraron. Se sentía raro, como si no fuera real el tenerse enfrentadas. No era incómodo, solamente extraño. La Sra. Cahide se acercó al vidrio y tuvo que esforzarse en que su rostro no reflejara el asco.
—He venido porque... —quería verla, pensó, y pegó los labios antes de decirlo—. Me ha dicho en la última carta que hay cosas que no puede decirme por escrito... ¿cómo está?
Las mejillas de Gönül se ruborizaron y sus ojos se sintieron abrumados.
—Estoy todo lo bien que se puede estar en un lugar como este. En esa carta también dije que estaba bien, ¿lo recuerda?
—Sin embargo... tengo la sensación de que me miente en este preciso momento.
Los ojos esmeraldas se convirtieron en cuencas de agua y a Cahide le dio mucha impotencia ver lo difícil que era para Gönül secarse las lágrimas con las muñecas esposadas. A Cahide ya no le importaba el aroma del otro alfa, solo deseaba romper ese vidrio blindado y abrazar a su amiga.
—Ahora, me gustaría que me diga la verdad, ¿cómo está?
—Extraño cada día a Zeynep. Hay días en que pienso que puedo morir de tanto extrañarla.
El silencio ocupó nuevamente sus oídos. Cahide no sabía qué decir, porque sabía que ese no era un planteo. Gönül nunca quiso que Zeynep la viera en ese lugar. Se lo dijo en algunas cartas "me avergüenza que me vea como una criminal". Pero ahora la miraba y comprendía. No se veía como una criminal, se veía como una mujer muy triste.
—No me gusta que me vea así —se cerró Gönül, sentándose recta.
—¿Cómo la miro?
—Con lástima
Cahide negó.
—Estoy mirándola como una mujer que está aguantando las ganas de romper todo y sacarla de aquí. Trato de entender qué la angustia y, Alá... trato de ignorar con todas mis fuerzas el olor a alfa que tiene.
Los ojos de Gönül se agrandaron junto a los de Cahide, que no podía creerse sus propias palabras.
—Sra. Cahide, este sector es de betas y omegas, es... es...
Cahide asentía con los ojos entrecerrados.
—Entiendo. Debería ser imposible, pero... tienes suerte de que las guardias aquí sean betas, lo que no logro comprender es cómo las demás omegas no te han mandado al frente.
Entonces, todo tuvo mucho sentido en el interior de Cahide. Solo una persona protegía a la Sra. Gönül de las demás reclusas.
Te la ganaron.
—No —respondió Cahide en voz alta, levantándose.
—¿Sra. Cahide?
—Debo irme.
Y se fue, con miedo de lo que su loba había dicho.💌
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Addictive habit-[Gönul ve Cahide]
Fanfiction¿Qué sucede cuando la justicia falla y el amor encuentra un camino inesperado? - Fanfic/ Universo Alternativo (AU)/ Omegaverse/ Historia Corta LGBT+ de Gönül y Cahide, personajes de la serie "Anne" - Se shippean los personajes, no las actrices - Cap...