1. (Des) conexión

38 8 0
                                    

La despedida fue confusa. Se sentía aturdida. Los ojos de su abogada se posaban en ella, dándole explicaciones de cada paso que llevaría adelante para mantener a su hija a salvo y debidamente cuidada.

"—Tendrá dos hermanas. Le daré mi apellido, ¿me permite hacerlo?", había preguntado, antes de que la guardia tomara sus brazos con brusquedad. Gönül había asentido. ¿Cómo no se lo permitiría? Ojalá ella pudiera deshacerse del apellido de su marido sin sentirse deshonrada.

La guardia le había quitado las esposas y la había empujado al interior de la celda. No había alcanzado a escuchar las últimas palabras de su abogada y le seguía pareciendo extraño escucharla formular oraciones completas. Se había acostumbrado a recibir una o dos palabras de su parte y ahora se sentía bajo un oleaje de párrafos y de una voz que pretendía a toda costa que comprendiera que su hija estaría bien.

Sus pies trastabillaron, haciendo que Gülsüm y Belkis -las mujeres que decidieron hablarle desde el primer día en que la privaron de su libertad-, la recibieran con genuina preocupación y curiosidad. Sin embargo, notaron que algo no había ido del todo bien al ver la línea de agua de sus ojos rojiza y sus muñecas lastimadas.

—¿Te liberarán? —preguntó Gülsüm, intentando sonreír levemente, intentando tener cierto optimismo.

—¿Tendremos que ayudarte a preparar tus cosas? —continuó Belkis, más seria, buscando su mirada y deseando que por favor le dijera que sí.

Gönül permaneció en silencio, reviviendo la audiencia como una pesadilla interminable. Reviviendo la salida de la sala de tribunales, el camino hasta la celda, la presencia de su abogada a su lado, hablándole. Nadie creyó en ella, en su legítima defensa, ni en las quemaduras y cicatrices que marcaban su piel. Nadie tomó verdaderamente en cuenta el expediente médico. Todos hicieron la vista gorda, todos la abandonaron.

—Veinticinco —susurró.

Sus compañeras se miraron entre sí, sin entender, sin querer hacerlo.

—Me condenaron a veinticinco años de cárcel— continuó, sin saber siquiera qué hacer.

—Eso es... maldita sea, es cruel, injusto y...

—Una mierda —completó Belkis.

Todas se sentaron a la mesa, reflexionando en silencio, acompañándose sin necesidad de palabras. Solo se tenían entre ellas a partir de ese momento, un conjunto de soledades hermanadas, y no se darían la espalda fácilmente.

—¿Qué sucederá con tu... niña? —preguntó otra mujer, tocando su propio vientre, evidentemente preocupada.

En ese momento, Gönül logró sentirse aliviada por primera vez desde la audiencia.

—Mi abogada ha decidido hacerse cargo.

—¿La Sra. Güneş?

Gönül asintió. Estaría veinticinco años desconectada del mundo, pero al menos viviría con la tranquilidad de saber que su hija tendría una familia, ¿no? 💌

Addictive habit-[Gönul ve Cahide]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora