Addictive habit-[Gönul ve Cahide]

14. Un recordatorio

Los años pasaban agónicamente lentos, porque nada le hacía dar cuenta del paso del tiempo.

Cinco años habían transcurrido desde que dijo toda la verdad y cada día se arrepentía de haberlo hecho. ¿No era que iban a acompañarla aunque duela? Quizás dolió demasiado, pensaba.

Ni una carta, ni una visita, nada le había llegado de ellas en esos meses que se sintieron solitarios. Se sentía en piloto automático, viviendo por vivir, atendiendo a todas porque era su rutina y su deber.

Hoy no lo hizo. Hoy solo miraba las fotos, releía las cartas, acariciaba la pulsera y sonreía recordando la vocecita de una niña de la que se encariñó mucho los primeros años en prisión:

"—Su hija es muy bonita, Sra. Torpe", le había dicho Şule, mirando la foto con los ojos brillantes, así, casi con el mismo anhelo con que las miraba ella ahora.

—Gönül. Vamos, levántate, acompáñanos a comer, ¿sí?

—No tengo hambre, Gülsüm —dijo Gönül, girándose en la cama y dándole la espalda mientras apoyaba su cara sobre las hojas. Su expresión se llenó de sorpresa cuando sintió unos brazos levantándola—. ¡Belkis, ¿qué...?!

Belkis la levantó y la sentó en una silla, acercándole un plato de comida. Solo la miró, mordiéndose la lengua para no decir una palabra, temerosa de utilizar su voz con ella.

—Realmente no tengo hambre —dijo Gönül, y al instante su estómago resonó.

Gülsüm y las demás rieron ante las mejillas rojas de Gönül.

—Vamos, no desprecies mi comida —insistió Gülsüm, tratando de que su amiga desistiera de seguir ayunando—. Además, Belkis tiene algo para darte.

Los ojos verdes la miraron con desconfianza, y luego a Belkis con curiosidad. La morena le extendió un sobre y le indicó a Gülsüm que hablara.

—Ella mandó a sus contactos averiguar cómo se encuentra tu hija. Hace muchos años que no sabes de ella y todas aquí sabemos cuánto te preocupa.

Las manos de Gönül abrieron el sobre y encontraron una carta con aroma a nuez, el olor de su hija. Sus ojos se cristalizaron conociendo su letra y se levantó de la silla, acercándose a Belkis.

—Gracias. De veras, muchas gracias. —La abrazó, emocionada.

Y Belkis solo acarició su espalda baja, cerrando los ojos, mientras sus compañeras bajaban la mirada a sus platos.

—Intenta alimentarte, Gönül. ¿Qué harás el día que salga de prisión? Te necesito sana, y tu hija también.💌