En Hogwarts sumido en sombras y secretos, la profecía de la destrucción de Lord Voldemort por un niño resonaba en cada rincón del mundo magico. Sin embargo, las verdaderas vueltas del destino comenzaron a tejerse cuando el malvado mago decidió tomar medidas extremas para evitar su caída.
Voldemort, consumido por la ira y la ambición desmedida, ejecutó un ataque despiadado contra los padres del pequeño elegido. Pero lo que no esperaba era el acto de amor supremo que protegería al niño de su hechizo letal. La madre, Lily, con un sacrificio inmenso, encantó a su hijo con una barrera de amor que rebotaría cualquier mal intencionado.
Cuando la noticia llegó a oídos de Severus Snape, el corazón del siempre taciturno profesor se estremeció con una mezcla de dolor y sorpresa.
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Lily la mujer a quien el había amado toda su vida, a quien jamas pudo tener consigo pero siempre tuvo ese amor por ella había muerto, la noticia lo destrozó, acudió a Dumbledore buscando una solución algo más que hacer pero todo era en vano, el remordimiento y el peso de sus decisiones lo abrumaron, llevándolo a buscar consuelo en el anciano y sabio Dumbledore.
Con el alma al descubierto ante el director de Hogwarts, Snape confesó sus traiciones y sus luchas internas. Dumbledore, con su mirada compasiva, comprendió la angustia del joven mago y decidió brindarle una oportunidad de redención.
Seria ahora Snape el profesor de posiones de hogwarts pero no solo eso, si no el permaneceria ahi, para proteger a la escuela de un posible ataque de los mortifagos o si algún otro mal volviera a asechar, durante 11 años Severus Snape se dedicó a dar clases, durante esos 11 años escasamente paso por su mente la pequeña de la Mansión Malfoy, después de todos estos años seguramente debe ser una joven, quizá nisiquiera permanece en la Mansión, además no era de su incumbencia, pensar si quiera en alguien era algo reprochable para el que aun vivía su duelo por Lily, claramente aquellos sucesos y tantos años habían marcado en el, heridas y resentimientos, no era el mismo joven mago que fue antes, ahora su apariencia era un tanto mayor a pesar de no pasar de los 38 años, su semblante era el de un hombre cansado, enojado y sumamente serio, a menudo los alumnos preferían esconderse o evitar total contacto con el, incluso el contacto visual era evitado por sus alumnos.
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Por otro lado en la Mansión Malfoy todos esos años fueron para t/n una eternidad, solo deseaba cumplir la mayoria de edad para irse de ese lugar, durante ese tiempo Narcissa había dado a luz a un niño, el pequeño era lindo, cabello tan rubio que parecía casi blanco, como era de esperarse la llegada del niño complicaba aun más las cosas para t/n, se tuvo que volver casi invisible e inexistente para no ser castigada, en más de una ocasión le toco cuidar del pequeño Draco, esto no la molestaba en absoluto, el niño era amable con ella pero malcriado con los demás, pero cuando era descubierta jugando con el o si quiera cerca, Lucius se encargaba de darle a T/n los castigos más severos que podría imagina.
