Atravesamos medio centro comercial en cuestión de segundos. Nos detuvimos en la entrada.
Por mi parte tenía la respiración agitada y el pulso acelerado. Y Damián, pues...
—¡Eso estuvo increíble! —dijo el demonio entre jadeos, recuperando el aliento.
—¿Increíble? Acabas... —Damián entrecerró sus ojos en mi dirección. Me corregí—. ¡Acabamos de robar!
—No es para tanto, Ángelo —rió— es solo un muffin.
—Robar es robar, da igual lo que sea —elevé mi voz al tiempo que sacudí el muffin en el aire.
—¿Te arrepientes? —preguntó de la nada.
La pregunta me ofendió. ¿Qué si me arrepiento?
—¡Obviamente!
Damián, con una sonrisa amplia y ojos retadores, dió un paso hacia mí.
—Pues regresalo.
Parpadeé.
—¿Qué?
—Si tanto te arrepientes, ve, regresa el miffin y dile a esa chica que lo robaste y que estas muy arrepentido por ello.
Ya va, ya va, ya va...
—¿Por qué yo? —me defendí—. Tú fuiste quien lo dejo en mis manos, y yo...
—Y tú saliste huyendo conmigo. Eso te vuelve mi cómplice.
Negué repetidas veces mientras el sudor corría por mi frente.
—No, yo no tengo porqué. En cambio tú...
Le extendí el muffin para que lo tomara de una vez por todas y enmendara su error. No obstante, Damián no lo tomó.
—Yo no pienso regresarlo. No es algo que un demonio haría —negó para sí mismo—. Sin embargo, el remordimiento es clásico de los humanos, por eso tú vas a regresarlo.
Estuve a nada de decir algo, pero este volvió a hablar.
—¿O acaso quieres ser cómplice de un robo? ¿Eh?
Quedé con las palabras en la boca. En definitiva no quería sumar robo a la larga lista de errores que he cometido desde lo de Mia. Y por muy ridículo que parezca, robar un muffin sigue siendo robo. Así que a regañadientes, con los ojos verdosos de Damián sobre mí, expectantes, cedí. Él no iba a regresar el muffin, así que si no lo hacía yo, nadie lo haría.
Me dirigí en un andar nervioso a la cafetería. Damián me seguía los pasos. Al llegar frente al local me detuvé en la puerta. Visualicé a la chica que nos atendió en el mismo puesto de la vez pasada: el mostrador.
Pero antes de abrir la puerta una corriente desconocida hizo temblar mis piernas, y a su vez una extraña presión se formó en mi cabeza.
—Aún estas a tiempo de arrepentirte por tu arrepentimiento —comentó Damián.
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Alba Celestial
Teen FictionÁngelo. Un ángel guardián que será corrompido al visitar el mundo terrenal, en el cual sus pasos oscilaran entre el bien y el mal en un recorrido confuso de autodescubrimiento a través de la vida. ¿Cómo terminó un ángel guardián divagando por el per...