Capítulo XV

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Regresé tres casas más allá de la de Mia

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Regresé tres casas más allá de la de Mia. Entré en la camioneta aparcada en la calle, lo cual fue todo un reto gracias a mis alas. No sé como explicarlo, pero tenerlas de regreso me hace sentir completo. No estaba listo para dejarlas ir otra vez.

Al llegar a casa dejé la camioneta en su lugar, cerré la cochera y me dispusé a entrar. Desplegué mis alas y me dirigí al lado de la casa que daba a mi ventana, ya que no podía entrar por la puerta y tener que dar todo un recorrido arriesgándome a que Susan o Mathias me vean de esta manera.

Revelar que soy un ángel a una persona es suficiente por esta noche.

Al elevarme hasta la ventana, como es de costumbre, la encontré abierta. Siempre la dejaba así para Damián.

Lo que no esperaba era que al adentrarme en mi habitación lo encontrara a él sentado en la cama.

Tardé un segundo en reconocer su rostro debido a la poca, de hecho nula, luz de la habitación. Mi corazón volvió a latir al darme cuenta de que no era ninguno de los dueños de la casa.

Damián parace algo agotado, lo cual es extraño considerando que es un demonio. Los risos rubios los tiene pegados a la frente y su pie se mueve de arriba a abajo en su sitio.

—¿Dónde has estado? —su voz sonó fría y cortante, pero a la vez preocupado.

—¿Pasa algo? —pregunté, ya que la manera en la que se pronunciaba hacia mí no era propia de él. Me desconcertó.

—¿Qué va a pasar, Ángelo? —preguntó sarcástico—. Pasa que me han descubierto. Lo saben. Saben que no he llevado el alma de Mia al pulgatoria y enviaron a un cazador de almas a por ella —se levantó de su sitio y caminó hacia mí—. Pero eso tú ya lo sabes, claro. ¿Cómo no vas a saber? No te le separaste en toda la noche. Dime algo. ¿Paso algo en su habitación después de deshacerte del cazador? Oh, espera, tengo una pregunta mejor: ¿está bien llevarla a dar un paseo nocturno por el cielo? ¡Contéstame, Ángelo! —para pronunciar la última oración, no se preocupo por moderar su tono de voz.

La velocidad en la que soltó toda la información, y en tanto yo la iba digiriendo, me abrumo. Todo lo dicho me ha llevado a una conclusión: el sabe todo lo ocurrido esta noche, pero... ¿cómo?

—¿Cómo sabes todo eso?

—¡Porque te he seguido toda la noche, Ángelo! ¡Por eso lo sé! —bramó.

—¿Por qué?

Un centenal de preguntas pasaron por mi cabeza, pero la única que pude lograr articular fue esa. Damián tomó una bocanada de aire.

—Porque... quería advertirte del cazador.

—¿Sabías de él y no me dijiste nada?

—Traté, Ángelo, pero se te veía muy ocupado en la fiesta. Así que pensé que sería mejor dejarte disfrutar de tu velada y me marché. Al final, de todos modos, lo descubrirías tú mismo.

Alba CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora