Sólo quédate en silencio

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Canción: Sólo quédate en silencio
Intérprete: RBD
Álbum: Rebelde (2004)




Hyoga despertó repentinamente, el vacío que se alojaba en su interior era indescriptible. Deseaba que todo hubieda sido un sueño nada más, así por lo menos no se sentiría de ese modo.

Sabía que iba a suceder, él se lo había advertido. Mas nunca imaginó que sería tan pronto. Mientras dormía.

¿Qué se suponía que hiciera ahora?

No podía continuar en un mundo sin él.


Te encuentro, despierto
Me dices: "lo siento"
Con una lágrima derramas


Todo había comenzado la noche anterior, en aquella aburridísima fiesta de beneficencia. No conocía a nadie ni quería estar ahí. Un baile social no era su ambiente predilecto —nada que tuviera que ver con personas, en realidad—, estaba ahí porque su madre lo había obligado. Todos los "amigos" socialités de ella estarían ahí, y sería un desaire para el anfitrión —su propia madre— si no asistía.

Y ahí se encontraba, refunfuñando en voz baja en aquel salón de un lujoso hotel, mientras miraba como todas las chicas desilusionadas aguardaban su invitación para sacarlas a bailar. Sería incorrecto aseverar que su malhumor se debía únicamente al evento en cuestión donde se encontraba atrapado, pero no era el caso. La apatía del rubio provenía de más adentro, era parte intrínseca de su personalidad. Él era malhumorado por naturaleza.

Aunque había un lado suyo completamente distinto, uno que permanecía atrapado en medio de toda su constipación emocional. Un lado tan sentimental que no parecía propio de él, un lado que nadie conocía. No porque no quisiera, o quizás sí; no había nadie —según él— que fuera merecedor de tantas atenciones, pero sobretodo, no había nadie con quien se sintiera cómodo compartiendo... nada.

Carecía tanto de habilidades sociales —y gusto por ellas— que no lograba abrirse con nadie, se sentía como un alienígena. Como si no encajara en aquel mundo en el que le había tocado vivir. Un forastero, un intruso. Si pudiera volar a otra dimensión, a otra época, lo haría.

Fue justo en ese momento, cuando aquel anhelo crecía en su corazón, que lo vio.

Un chico extraño, aunque mortalmente atractivo. Lo observaba atentamente desde el otro lado del salón. Sonreía y parecía estar pasándola bomba. No le importaba disimular que lo llevaba admirando casi media hora.

Hyoga se incomodó, ser el receptor de una mirada tan atenta le provocaba malestar, no obstante, la mirada del chico era adictiva, y en contra de su voluntad, el rubio comenzó a dirigirse hacia él.

El muchacho no retrocedió, por el contrario, ensanchó su sonrisa y soltó una risita, acomodando su traje, aparentemente nuevo, para que quedara pulcro y sin arrugas.

—¿Te diviertes?

El muchacho asintió. —Mucho, gracias. Parece que tú no.

—No quiero estar aquí. —El tono fue directo y abrupto.

—Se nota —respondió el joven con una risa.

—¿No te enseñaron a no mirar fijamente a las personas? —arrojó Hyoga, irritado por el buen humor de chico.

—¿Está mal? —Su sonrisa no se borraba, aunque Hyoga le hablara con una daga en la lengua.

—Algo.

—De donde vengo no es problema. Si quieres algo, lo haces y ya. Si no, ¿cómo sabrán los demás lo que pretendes si nunca lo dices?

Hyoga frunció el ceño. Aquella conversación era de lo más extraña. No que él fuera un experto en la materia.

Hyoga x Shun Songfic CompilationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora