Proteger a lo que amas es ser egoísta

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Cap. 4

Narra Gustabo

Vi cómo se llevaban a Horacio, un peso cayó y aplastó mi corazón, o lo que me quedaba de él, si es que había. Un sentimiento de protección me decía, no, me ordenaba seguirle y llevármelo a casa. Pero no podía. No solo porque estaba esposado, si no que, me tenía cogido del brazo. Quién? El gilipollas al lado mío, el superindiferente.

-Déjame- dije amenazantemente y seco-

-No, nos vamos- dijo para después arrastrarme hacia su coche, me metió en este-

-Eh! Respete viejo- dije, me había metido muy bruscamente-

-Calla ya, anormal- me respondió mientras le daba la vuelta al coche para subirse al asiento del conductor-

Gruñí y no dije nada más.

El camino fué en silencio, uno que solo mostraba enfado y desinterés de mi parte, e ignorancia y pocas ganas de buscar atención de la suya.

Al llegar a su casa, aparcó en la entrada y bajó del coche, me abrió la puerta y, al intentar acercarse a quitarme el cinturón y cogerme, le mordí el brazo.

-AH!- se quejó- Suéltame hijo de puta!- me dijo mientras me apartaba la cabeza con su mano libre-

Le solté y le miré amenazadoramente. Él solo se limitó a mimar su parte herida con su mano.

-Jódete, no te acerques más a mí jo' puta- gruñí mientras intentaba quitarme, aún tenía aquellas esposas- No sin antes quitarme esto- me redacté refiriéndome a las esposas-

-Joder...- murmuró para sí mismo, pero lo logré escuchar-

Se acercó a mí y, viendo mis intenciones de volver a morderle, volvió a hablar.

-Te voy a quitar el cinturón...- dijo con un poco de miedo, a lo mejor le mordí bastante fuerte; había una marca enorme de mis afilados colmillos y dientes, quizá le podría haber arrancado la piel...o el brazo- Ahora te quito las esposas- volvió a hablar antes de quitarme el cinturón- Pero no me muerdas- dijo para después ayudarme a salir del coche y darme la vuelta, mi cuerpo se puso alerta por instinto, no pasó por alto para el contrario- Te voy a quitar las esposas, tranquila nenaza- me relajé un poco-

Noté cómo tocaba las esposas y mis muñecas. De repente, dejé de sentir aquella presión constante en mis muñecas. Suspiré aliviado internamente y me di la vuelta rápidamente.

-Quita coño- le aparté para acercarme a la entrada de su casa- Vas a abrir o qué?- pregunté cruzándome de brazos rodando los ojos, cansado e irritado-

El contrario solo suspiró y me miró enfadado y cabreado; se estaba aguantando las ganas de gritarme e insultarme. Esto iba a ser divertido...

Se acercó a la puerta y sacó sus llaves, abrió la puerta y entró a la casa. Se apartó un poco para dejarme paso y pasé a aquella solitaria y cara casa.

Al entrar, cerró la puerta y se quitó la chaqueta mientras yo observaba toda la espaciosa sala de estar. Todos sus movimientos eran observados y analizados por mí. No me fiaba de este tipo.

Este se acercó a mí y me puse en alerta, preparé mi mano cerca de mi bolsillo en donde estaba mi navaja, gracias a Dios no me la quitaron. Eso no pasó por alto por parte del pelinegro, quien frunció el ceño.

-Te vas a duchar o qué, supernena?- me preguntó cruzándose de brazos delante mío-

-...- relajé la mano de la navaja- Dónde está?- pregunté-

-En el segundo piso, la tercer puerta a la derecha- respondió con una leve sonrisa de victoria-

Rodé los ojos "disimuladamente" y me fuí en dirección a las escaleras, antes de poder subir, la voz del superindiferente, me paró.

Another time?⚠︎(No es Gustacio)⚠︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora