肉 1.17 descuido.

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Unos quejidos adoloridos resonaron por toda la casa de Barlowe. El hombre que había secuestrado se hallaba en el cuarto oscuro, y sollozaba confundido al no saber qué hacía allí metido. Su cabeza dolía, era el mayor dolor que había recibido en sus cincuenta y ocho años de vida. Se encontraba con las manos amarradas en la espalda, mientras que la sangre ya seca teñía parte de su oreja.

Duncan había permanecido inconsciente durante toda la noche. Seguramente se quejaba por dentro porque Benedict decidió dejarlo tirado en una pose bastante incómoda durante todo el rato, estando desnudo sobre el piso helado. No podía imaginarse cómo es que alguien podría haber dormido tan tranquilo sabiendo que había secuestrado a alguien y que lo había dejado encerrado en la habitación de a lado.

El hombre tenía los ojos bien abiertos cuando despertó en el rincón de la habitación. Sus pies estaban atados, y también se hallaba amordazado. Intentó removerse como un gusano en un pobre intento de liberarse bajo las opaca iluminación escarlata que lo rodeaba. Hasta que alzó la mirada y se encontró con las fotos de varias muchachas colgadas y adheridas a la pared de la alcoba.

Eran fotografías de chicas que él no conocía, y algunas de esas fotografías parecían haber sido tomadas desde la distancia cuando las muchachas caminaban o se hallaban en ciertos lugares.

Entre ellas entonces reconoció varios de los retratos porque la mayoría pertenecía a Darcey Doliner. Sus fotografías eran las que más resaltaban, porque era la chica de la cual Benedict estaba locamente enamorado. Además de que al fijarse mejor, junto a él también habían algunos huesos humanos regados. Cuando Duncan vio aquello, comenzó a inquietarse aún más, soltando bastantes súplicas suprimidas.

Estaba aterrado, desde luego. No tenía ni la mínima idea de en dónde se encontraba, lo único que observaba eran las fotografías de las muchachas sujetas con ganchos entre la oscuridad del cuarto.

De repente, escuchó unas pisadas que se acercaban a la puerta, y una voz que no reconocía. Entonces suplicó con exageración, pensando que quien sea que se hallara al otro lado de la puerta sería su salvador.

Pero, obviamente, se equivocó.

Benedict abrió la puerta y con suma indiferencia lo observó tirado en el suelo. Por más que el chico aparentara tener las cosas bajo control absoluto, la realidad era completamente distinta a lo que parecía.

Estaba realmente preocupado y en parte, nervioso. Tenía a un hombre encerrado en un cuarto dentro de su casa que acababa de despertar. Y aunque, su plan era así desde un principio, su impulso por salvar a Darcey de un acosador más que se atrevió a tocarla había llegado lejos.

Pero recordaba, una vez más, que todo lo que hacía era simplemente por amor.

Se supone que era amor.

—Buen día, ¿dormiste bien? —Benedict preguntó, adentrándose con un martillo grande y pesado sujetado en su mano.

Schmidt decidió mantener el silencio, pero no dejaba de temblar, estaba claro que temía por su vida hasta el punto de orinarse encima. Benedict se agachó frente a él con intenciones de quitarle la mordaza, aunque antes de hacerlo lo pensó un rato porque si se lo quitaba probablemente el hombre gritaría, y sus vecinos podrían oírlo.

Mientras Duncan estaba inconsciente, Benedict se dedicó a investigarlo más a fondo, percibiendo su identificación e indagando el teléfono del tipo. Confirmó que las llamadas insistentes le pertenecían a su número e intentando investigar los mensajes que se enviaban él y Darcey, este notó que el chat de ambos siempre era vaciado. Además de que no tenía a Oliver Doliner agregado como contacto.

También al ver sus demás conversaciones, notaba el mismo patrón de caprichos y mentiras con más mujeres jóvenes y algunas incluso menores de edad. Amenazas de posiciones altas, intimidaciones para el sexo, entre otros- Yes que Duncan Schmidt tenía cierta reputación que lo protegía en aquellos instantes y por eso era que nadie se atrevía a denunciarle.

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