肉 1.15 pastel de carne.

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El carnicero con la angustia por lo alto permaneció inmóvil cuando se dio cuenta de que Darcey tenía su sazón hecho con órganos humanos sobre la mesa junto a sus demás ingredientes.

Ella tendía que haber abierto la nevera para agarrarlo, era la única manera, y eso significaba que sabía las atrocidades que se encontraban dentro de esta. Temiendo lo peor, el muchacho se apoyó para levantarse y acercarse a la cría con la intención de quitarle el frasco, pero esta manteniéndose de espaldas solo se limitó a cuestionar.

—¿Siempre utilizas los mismos ingredientes para hacer tus sazones?

—Eh, no, pero ese no está listo, Darcey, no puedes usarlo es-

—¿No está listo? Pero si tiene buen sabor —dijo mostrándose extrañada— ¿Qué más le pensabas agregar?

¿Cómo Darcey sabía que aquellos órganos licuados tenían buen sabor? No podía ser cierto, ella no podía haber probado eso.

Con aquella cuestión, Benedict no sabía muy bien qué contestar, sus sospechas parecían ser más que ciertas. Y es que había algo que no le cuadraba a Benedict con su comentario, y es que acaso incluso descubriendo las partes humanas en su refrigerador, ¿por qué mantenía una actitud tan indiferente al respecto?

Cualquiera llamaría a la policía, pero ella simplemente no lo hacía.

Su impulso expuesto en una combinación peligrosa de nervios le hacía hasta temblar, pues tenía que quitarle la mezcla de órganos licuados de la mesa que simulaban, en aquel entonces, ser condimentos.

No obstante, en el momento que Benedict no le contestó y estiró la mano para coger el frasco, Darcey en un abrir y cerrar de ojos lo impidió atrapando la mano del varón en el acto.

—¿Qué pasa? —cuestionó al instante— Estás pálido y temblando como aquel día en la carnicería. —la muchacha hablaba pero Benedict se notaba sofocado, más cuando sus ojos se abrieron como platos en el momento que sintió el fuerte agarre en su muñeca por la fémina.

No sabía que aquellas manos que denominaba como delicadas podían tener tanta fuerza.

Darcey mostrándose desentendida mantenía una mirada fija en el chico, como si lo estuviera estudiando, cada movimiento y temblor de su cuerpo. Aunque al final liberó su mano recitando:

—Si no quieres que lo use, no lo haré, tranquilo. Necesito que te calmes. —finalizó la muchacha apartando la mirada de él.

Tras ello, Benedict se llevó el dichoso condimento y al abrir la refrigeradora se dio cuenta de que algo estaba diferente, aunque por más que quisiera no pudo descifrar realmente qué era lo distinto en su nevera. Cerrando la puerta de la misma, era un hecho que Darcey sabía sobre lo que escondía en su cocina, pero desconocía de la carne humana que le vendía.

De todas formas la fémina no se mostraba aterrada ni en lo más mínimo por lo que había descubierto. Por lo que Benedict continuó con sus movimientos permaneciendo alerto, intentando calmarse por si tenía que explicarse más adelante.

Incluso si muy en el fondo su enamoramiento descabellado lo obligaba a pensar que quizás la reacción de la muchacha se trataba de una inclinación y muy al contrario de asustarla, más bien le agradaba.

—¿Qué cocinarás? —preguntó en un intento de distraer la súbita tensión de su alma cuando veía como la chica comenzaba a cortar los comestibles, ignorándolo.

La chica había cogido un cuchillo bastante grande y afilado, y luego prosiguió en cercenar en diminutos pedazos una cebolla y un ajo. En un sartén a fuego medio, continuó en rosear un poco de aceite para sofreír ambas verduras junto a una pizca de sal. Y tras notar que la cebolla adquiría un tono brillante y transparente, lo dejó reposar. 

MEAT. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora