𝐂: | ❝¿Qué juego perverso juegas para hacerme sentir de esta manera?
Un cervatillo desamparado, postrado a los pies de un lobo voraz, es simplemente un bocado para el depredador que lo contempla con ojos hambrientos.
Dante se encuentra con Hanniba...
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Dante se sentía seguro en los brazos de Hannibal, tanto que temía no poder hacer nada sin él. Aunque era un adulto funcional, era consciente de su tendencia a desarrollar una dependencia emocional con quienes le ofrecían ayuda.
Primero fue su hermano, Jordan. Desde la infancia, tras el incidente con Hillary, se volvieron inseparables hasta que Dante fue expulsado de casa. Jordan fue el único que le preguntó dónde iría y lo ayudó a encontrar su primer hogar en Baltimore.
Luego fue Will, quien lo ayudó en un momento de crisis, creando un lazo de codependencia.
Finalmente, Hannibal. Hannibal lo acogió, le brindó el calor, cariño y comprensión que había buscado toda su vida. Solo Hannibal lo entendía verdaderamente. Solo él había visto más allá de la fachada indefensa de Dante. Solo Hannibal podía estar con él.
Dante sólo tenía ojos para Hannibal.
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Dante no recordaba haberse quedado dormido. No recordaba haber estado en la cama ni cómo su cocina había quedado limpia después del desastre. Hannibal lo había arreglado todo, como siempre.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Hannibal, observando a Dante, que se encontraba en medio de la sala con la mirada perdida.
—Me siento extraño —respondió Dante, tambaleándose al intentar caminar. Hannibal lo sostuvo por la cintura sin vacilar.
—Debes descansar, no te esfuerces tanto —dijo Hannibal, ayudándolo a sentarse en el sofá.
—Me duele la cabeza —Dante cerró los ojos y cubrió su rostro con las manos.
—Te desmayaste —Hannibal acarició sus rizos—. Tuve que llevarte a tu habitación.
—Perdón, seguro tiene cosas más importantes que hacer y yo solo le hago perder tiempo aquí —Dante frunció el ceño mientras bajaba las manos.
—Está bien, Dante —Hannibal dejó su mano en los rizos de Dante, cerca de su nuca—. Te he dicho que no pidas perdón. Estoy aquí para ayudarte.
Dante lo miró y, sin querer, apoyó su cabeza en el hombro de Hannibal, aspirando su aroma.
