𝐂: | ❝¿Qué juego perverso juegas para hacerme sentir de esta manera?
Un cervatillo desamparado, postrado a los pies de un lobo voraz, es simplemente un bocado para el depredador que lo contempla con ojos hambrientos.
Dante se encuentra con Hanniba...
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El constante lloriqueo del perro lograba ponerle los pelos de punta a Will. No había tenido un buen día en el FBI y aún no sabía nada de Dante. Llevaban días sin hablarse, y Will mentiría si dijera que eso no lo entristecía.
—Los sacaré un poco a pasear —dijo Abigail, dejando su libro a un lado y levantándose del sofá al notar la palpable irritación de Will.
Buster fue el primero en salir corriendo cuando la puerta se abrió. Abigail se quedó en el marco de la puerta, viendo a la figura lejana que caminaba hacia ellos. Reconoció al hombre.
—¡Will! ¡Él está aquí! —avisó Abigail, girándose y mirando a Will, quien levantó la vista de la aspiradora que trataba de arreglar.
—¿Quién?
—¡Tu amigo! ¡Dante! —dijo Abigail emocionada. Will dejó caer el desarmador y se levantó del suelo rápidamente.
Caminó hacia la puerta y se puso a un lado de Abigail, mirando a Dante caminar con su característica chaqueta verde y con el pequeño Gus ansioso por llegar a su amigo Buster. Dante se agachó, soltó la correa y dejó que su perro corriera junto a su amigo. Se quedó unos segundos mirando la entrada de la casa de Will y, tras una profunda respiración, siguió caminando.
Abigail fue la primera en salir de la casa. Bajó las escaleras del porche y caminó hasta Dante, envolviéndolo en un abrazo que lo tomó por sorpresa.
—Gracias por venir —dijo Abigail mientras se separaba. Dante la miró y no pudo evitar sonrojarse.
Will observó todo desde el umbral de la puerta, sintiendo su corazón acelerarse de emoción. Dio unos pasos hacia las escaleras del porche. Pudo escuchar los pasos acercándose y trató de parecer tranquilo, aunque sabía que fallaba. Extrañaba a Dante.
—Hola —dijo Dante algo apenado.
—No creí que regresarías —dijo Will.
—Yo tampoco —Dante lo miró, suspiró y bajó la mirada—. No, hasta que supe que todo lo que me dijiste era verdad.
Will sintió una punzada en el pecho. Bajó los escalones del porche y, sin dudarlo más, abrazó a Dante. Tras unos segundos de confusión, Dante correspondió.
—Lo siento, Will.
—Está bien, Dan.
—No, no lo está —Dante se separó del abrazo—. Me advertiste de lo que pasaría, de todo esto y... yo creí en él.
—Todos lo hicimos, Dante —dijo Abigail mirándolo—. Nunca es tarde.
—¿Qué sucedió? —preguntó Will.
Dante se quedó en silencio unos segundos.
—¿Qué no ha sucedido?
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