𝐂: | ❝¿Qué juego perverso juegas para hacerme sentir de esta manera?
Un cervatillo desamparado, postrado a los pies de un lobo voraz, es simplemente un bocado para el depredador que lo contempla con ojos hambrientos.
Dante se encuentra con Hanniba...
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Después de terminar su croissant, Dante regresa a su cubículo, sintiendo las miradas inquisitivas de sus compañeros. No sabe si el nudo en su estómago es por el café o por los nervios que le provocan tantas miradas.
Sentado nuevamente en su espacio, agradece estar solo y no tener que compartirlo con nadie más. Está a punto de comenzar a trabajar cuando lo interrumpen otra vez.
—Dante.
Se gira en la silla y ve a Natalie.
—Nat —la saluda con un asentimiento de cabeza.
Natalie sonríe y se sienta en la silla junto a él.
—¿Qué pasó? Toda la oficina esperaba que dijeras algo —comenta Natalie, girando en su silla hasta que sus rodillas rozan las de Dante.
—Nada —responde Dante, alzando una ceja—. ¿Qué piensan que pasó? —le pregunta, moviendo discretamente su silla para separar sus rodillas.
—Bueno, pensamos que te detendrían —Natalie juega nerviosamente con el dobladillo de su vestido—. Ese policía llegó hecho humo preguntando por ti, y Jason estaba desesperado porque no llegabas.
—Pero Jason me mandó por su comida —Dante frunce el ceño, lo que hace reír a Natalie.
—Lo sabemos, pero —Natalie se inclina hacia adelante, dejando que algunos mechones de cabello caigan sobre su rostro—, dijo que tardabas mucho y que era muy urgente.
Dante chasquea la lengua y se cruza de brazos.
—Está loco —se recuesta en su silla y mira la pantalla de su computadora—. Y, para información de todos, ¿era un policía?
Natalie lo mira confundida.
—¿No te dijeron?
Dante se levanta de la silla.
—Necesito hacer una llamada —toma su teléfono.
—Dante, ¿qué pasó? —Natalie se levanta y, antes de que él salga del cubículo, lo toma del brazo.
—A alguien, Nat —Dante trata de zafarse, pero ella lo sujeta con fuerza—. Nat, de verdad, necesito hacer esto —la mira seriamente y se dirige a un lugar apartado.
Dante se adentra en un pasillo vacío, asegurándose de que puede ver si alguien se acerca. Toma su teléfono y, sin dudarlo, llama a Will.
Después de tres tonos, Will contesta.
—¿Dan?
—¿Estás ocupado? —pregunta Dante, mirando ansiosamente el pasillo.
—¿Por qué?
—¿Hay alguien más contigo?
—¿Dan, qué sucede?
—¿Hay alguien? —Dante repite la pregunta, esta vez más insistente.
