Caminar de tu mano

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"No estoy jugando cuando te digo que te amo, te amo, te amo, te amo"

Los días habían pasado demasiado rápido, y João lo sabía bien, ya que en tan solo una semana sería su aniversario.

Era un poco tarde para reservar un viaje a Portugal, pero eso no significaba que no pudieran realizarlo más adelante; solo necesitaba organizarse con su esposo.

Por ahora debía pensar en qué podría hacer para su aniversario. Este sería el próximo sábado, así que no tendría que preocuparse porque ni su esposo ni él trabajarán ese día.

Félix no le había mencionado nada acerca de su aniversario, lo que lo tenía algo inquieto, pues recuerda la ilusión con la que el menor había estado hablando de aquello tiempo atrás. Con todo lo que había pasado, parecía que Félix simplemente dejó el tema de lado.

Esperaba que lo que tenía preparado realmente le gustara a su esposo.

-João... Tierra llamando a Cancelo- Saliendo de sus pensamientos, se encontró con Ferran, quien estaba a su lado. Se suponía que estaban en la hora del almuerzo, por lo que habían salido a comer algo.

-Perdón, me distraje. ¿Qué decías?- Sabía que el asunto de su aniversario lo tenía un poco distraído.

-Ya me di cuenta. Como sea... te decía que mi hermana ya tiene en adopción a los cachorros, y me preguntaba si querrías uno-

Oh, era cierto, los cachorros. Se había olvidado de aquello. Realmente estaba tentado a decirle que sí a Ferran, pero ni siquiera lo había hablado con su esposo. Tener al pequeño animal era una responsabilidad.

Aunque, si lo pensaba un poco más, a su esposo le encantaban los perros. Quizás podría ser un lindo detalle. Además, si por alguna razón Félix no estaba de acuerdo, siempre podría excusarse diciendo que el pequeño necesitaba un hogar.

Una sonrisa se formó en su rostro al imaginarse la expresión del menor al ver al pequeño cachorro.

Ya sabía lo que haría.

-¿Crees que puedas hacerme un favor?- preguntó con cierta emoción, recibiendo casi al instante una respuesta afirmativa del valenciano.

El sol golpeó directamente contra su cara. Aunque intentó cubrirse con las mantas, no logró volver a conciliar el sueño. Fue entonces que se dio cuenta de que estaba solo en la cama.

Extrañado, Félix se incorporó solo para ver que su esposo no estaba a su lado y lo que había estado abrazando era la almohada de este.

Frunció ligeramente el ceño ante esto. Ni siquiera los fines de semana Cancelo podía levantarse tarde. De cualquier forma, su "molestia" no duró demasiado, pues rápidamente recordó que aquel día era su aniversario.

Una cálida emoción recorrió su cuerpo en ese momento. Estaba a punto de levantarse de la cama, cuando escuchó cómo la puerta de la habitación se abría. No tardó en ver a su esposo aparecer con el desayuno.

-Buenos días, menino- El tono dulce no pasó desapercibido para Félix, y fue inevitable que una sonrisa se dibujara en su rostro, así como un ligero sonrojo en sus mejillas.

-Buenos días, gypsy- Correspondió el saludo sin borrar su sonrisa, observando atentamente cómo su esposo colocaba una pequeña mesita sobre la cama justo delante de él. Fue entonces cuando pudo observar todo lo que había en ella.

Había un plato con fruta picada en pequeños trozos, una taza de café y justo en el medio de la mesita, siendo lo principal, un plato con un par de panqueques decorados con unas cuantas fresas.

Lo nuestro vale másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora