Un robo que salió mal

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Capítulo 2

Piltover, La ciudad del progreso.

5 pm

Violet.

—Un poco más, ya casi llegamos —animé a los demás, mirándolos. Milo casi se caía con cada paso.

Cuando finalmente subí, caminé por la azotea. Desde allí podía verse toda la ciudad. Edificios grandes y todo tipo de cosas que una nación pudiese necesitar. Me preguntaba cómo era posible que ellos estuviesen tan bien mientras muchos de nosotros moríamos de hambre cada día o apenas nos manteníamos en el distrito suburbano.

—¡Ey, Powder! Ven a ver esto —llamé a la pequeña, quien se sacudía la ropa después de subir, seguida de Milo y Claggor.

—Vaya... es gigante —dijo la menor, sorprendida, mientras sus ojos se perdían en la gran vista—. Algún día volaré en una de esas cosas —señaló una nave que pasaba sobre ellos—, o incluso podría tener mi propio edificio como mi guarida secreta de inventora. Tendría miles de proyectos y Ekko sería mi compañero. Lograríamos grandes creaciones y... ¡Oh! También podríamos formar parte de...

—La realidad existe, Powder —Milo río, interrumpiendo la emoción de la pequeña.

—Se siente bien estar encima de todo —suspiré antes de saltar al siguiente edificio—. Vamos.

—No estoy seguro de esto, Vi. Si nos atrapan...

—No nos van a atrapar. Entraremos y saldremos rápido —le dije a Claggor, quien lucía preocupado—. Ahora, síganme y no miren abajo.

Me dejé caer en el balcón del edificio y luego salté al siguiente. Estaban algo alejados, pero sabía que podían hacerlo. Milo se tronó los dedos antes de imitarme cayendo a mi lado, y Claggor del otro lado sin mucho esfuerzo, con un cupcake en su mano. Volteé a ver a Powder, quien aún estaba del otro lado, nerviosa.

—Voy por ella —avisó Claggor.

—No —ordené—. Powder, mírame. Recuerda lo que te dije antes de salir. Puedes hacerlo. Voy a sostenerte si caes.

La vi asentir más segura y se dejó caer, sosteniéndose del barandal del balcón antes de pasarse por la orilla y saltar hacia nosotros. Sus pies tocaron el techo, pero su cuerpo se inclinó hacia atrás antes de que la sostuviera fuertemente del brazo, levantándola con nosotros nuevamente.

—Gracias —me dijo, y le sonreí. Milo se adelantaba, rodando los ojos ante nuestra escena.

—¿Por qué simplemente no caminamos hasta allá? Si Vander se entera...

—Debemos pasar desapercibidos. Mira a tu alrededor. ¿Crees que alguna de estos estupidos tiene hambre? —cuestioné— Además, este es el tipo de robos que Vander cometía a nuestra edad.

—Vamos contigo, pero él va a matarnos.

—Solo si la cagamos, así que no la caguen —les dije antes de saltar hacia el último edificio.

Finalmente habíamos llegado. Bajé primero, asegurándome de que todo estuviera despejado antes de señalar a los demás que podían bajar. Milo fue el primero en bajar y empezó a forzar la cerradura mientras Powder y Claggor descendían. Había varios guardias abajo; definitivamente estábamos en el lugar correcto.

—¿Piensas abrir esa puerta pronto? —pregunté sarcástica al ver que Milo aún no lo había logrado.

—Dado que soy el único que sabe forzar cerraduras, sugiero... —intentó decir antes de que lo interrumpiera pateando la puerta y abriéndola al instante.

Corazones enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora