Un nuevo comienzo: Parte 1

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Capítulo 32

Caitlyn.

Nunca me había sentido así en mi vida. Había sufrido y perdido en diferentes ámbitos, como todos, pero jamás había pagado un precio tan grande por ello. Aquella noche regresamos a un Piltover que ya no reconocía.

Todo era un desastre; el atentado había impactado en la cámara de concejales justo cuando estaban en sesión. Perdí a mi madre y con ella también al resto del consejo, excepto por Jayce y Medarda. Ellos a duras penas lograron sobrevivir.

Al principio no podía salir del trance, seguía atascada en aquel lugar, siendo torturada por Jinx. Prefería eso a tener que enfrentar el hecho de que la había perdido. Pero cuando llegué a casa y encontré a papá llorando, aferrado a la ropa de mi madre, la realidad me golpeó.

Ella estaba muerta. Había perdido a mi madre y todo por una confrontación en la que yo misma me había metido. Por obsesión, por "amor".

—Cait... Cariño, ¿segura que no quieres nada de comer? Al menos un sándwich. —La voz de Violet me sacó de mis pensamientos, pero no me moví dentro de las sábanas siquiera.

La escuché suspirar pesadamente y luego el click de la puerta volviendo a cerrarse. Quería estar sola, lo necesitaba.

Habían pasado seis días desde aquello y era el mismo tiempo que no había salido de mi habitación. Apenas comía, y cuando lo hacía, solo eran bocados. Violet estaba pendiente tanto de mí como de mi padre, quien se pasaba los días frente a la tumba de mamá.

Sabía que ella también estaba sufriendo. Realmente trataba de siquiera detener las lágrimas y estar para ella, pero no era fácil. No cuando había perdido a lo que yo más amaba por amarla a ella.

—Cariño... te he traído un té —Volví a escuchar la voz de Violet.

Sentía sus pasos acercarse, pero seguí con la mirada perdida entre las sábanas. No quería nada. Ella se sentó a la orilla de la cama y colocó la taza en la mesita de noche.

Su mano quitó mi sábana de encima, dejándola más abajo de mis hombros, y sus ojos encontraron los míos. Su expresión triste pero comprensiva ante mí.

—Cait, amor, solo el té. Por favor —me pidió mientras me acomodaba el cabello detrás de la oreja con sus dedos.

Su mirada sobre la mía, ella pareció tragar en seco al verme en tan mal estado. Suspiró pesadamente y me tomó en brazos, recostándome en su pecho. Acarició mi cabello en cuanto solté el primer sollozo, aferrándome a su camisilla.

—Shhh, está bien, dulzura. Estoy aquí, déjalo salir —su voz suave tratando de consolarme.

Me meció en sus brazos como un bebé hasta que mi respiración volvió a regularse y tomó mi rostro entre sus manos, limpiando ligeramente mis lágrimas intentando no lastimarme.

Las cortadas en mi rostro apenas estaban terminando de sanar. Violet me ayudaba a curarlas cada noche.

Me acomodé el pijama sin decir nada aún. Ella tomó la taza de té nuevamente y me la ofreció. Lo recibí temblando ligeramente, tomando un pequeño sorbo mientras sentía cómo ella recogía mi cabello.

—Gracias... —murmuré por fin y ella asintió tomando mi mano, besándola para luego dejarla entre las suyas.

—¿Necesitas algo más? ¿Quizás un bocadillo? —preguntó Vi, y negué con la cabeza—. Por favor, Cait... llevas casi dos días sin comer nada y cuando lo haces son solo bocados.

Pero no me importaba, no tenía apetito. Volví mi mirada a un punto fijo mientras tomaba otro sorbo.

—No quiero comer, solo quiero a mi madre de vuelta —dije con la voz rota. Ella levantó la mirada hacia arriba, suspirando.

Corazones enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora