Agua y aceite

1K 58 308
                                    

Capítulo 28

Caitlyn

Todo marchó bien en la cena, excepto por el incómodo de mi padre que no nos quitaba la mirada de encima, y ​​la vergüenza reflejada en nuestros rostros mientras intentábamos comer silencio sin dejar caer los cubiertos. Observé a Vi, notando que había mejorado en sus modales, devorando su plato con una rapidez que casi no pude seguir. Mis padres, sorprendidos, mandaron a ordenar otro plato para ella.

Entre bocados y sorbos de vino, Violet les contó anécdotas del distrito, logrando risas y gestos de incredulidad. Mis padres se mantenían atentos, escuchando cada detalle. Los chistes malos y las risas llenaron el comedor, rompiendo el hielo de una velada inicialmente tensa.

Cuando finalmente nos levantamos de la mesa, sabiendo que era hora de descansar, intenté seguir a Vi hasta la habitación de huéspedes. Sin embargo, papá me detuvo con una mano firme en mi hombro.

—Habitaciones separadas —me ordenó, y sentí cómo mis mejillas se enrojecían al instante.

—¡Papá! Solo voy a acompañarla. Tenemos que preparar lo que diremos mañana frente al consejo —respondí avergonzada, intentando mantener la compostura.

—Solo estoy siendo un buen padre —contestó, revolviendo mi cabello con ternura. Miré a Violet, que seguía adelante, volviendo la vista hacia nosotros.

—Buenas noches, señor Kiramman —dijo ella con un tono respetuoso, y papá nos sonrió a ambas antes de retirarse.

Volví a acercarme a Vi, sintiendo cómo su mano rodeaba mi cintura hasta llegar a la habitación.

—¿Es cuarto para un solo huésped? Podrían dormir 10 aquí —comentó ella observando la gran habitación con asombro.

—Mamá es algo perfeccionista, le gusta el espacio y el orden —expliqué, su mirada se posó en mí, una sonrisa bailando en sus labios.

—De tal madre, tal hija —dijo acercándose a mí, sus brazos envolvieron mi cintura, su boca atrapó la mía en un beso.

Me perdí en aquella euforia, sentí sus manos recorrer mi cintura y costados, solté un gemido bajo cuando soltó mis labios, ahora besando mi cuello.

—¿Tienes algo de urgencia, no? —pregunté con la respiración agitada. La sentí sonreír contra mi piel.

—Con todo respeto, cariño, he extrañado tu cuerpo cada noche durante 8 años —confesó con una sonrisa—. Urgida es poco para cómo me siento.

Sonreí antes de volver a besarla. Nuestros cuerpos llegaron a tropezones a la cama; ella me ubicó sobre sus caderas sin mucho esfuerzo. Sentí sus manos agarrar mi trasero con fuerza, pegándome a su cuerpo.

Detuve sus manos y empecé a quitar su chaqueta, luego su camisilla. Ella me miraba con una sonrisa coqueta desde abajo, mientras mis manos recorrían su pecho desnudo, acariciando cada lunar, cada fibra de ella.

—También te extrañé en mi cama todos estos años —confesé casi en un susurro, comenzando a besar su cuello mientras mis manos bajaban por su abdomen.

—¿Qué estás intentando, Cait? —preguntó por lo bajo. Sonreí mientras me quitaba mi prenda superior, quedando en sostén frente a ella.

—Divertirme un poco contigo. Una chica así de fuerte en mi cama no se desaprovecha —contesté con tono coqueto, acariciando su labio inferior con mi dedo. Ella se sonrojó de repente.

Desabroché su pantalón en un movimiento hábil, y colé mi mano dentro de él. Violet soltó un gemido en cuanto la acaricié por encima de su ropa interior.

Corazones enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora