Amor de Hermanas: La Batalla Final

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Capítulo 49

Jinx

Mis pasos eran rápidos, alternando entre saltos y lanzadas hacia el vacío. Necesitaba llegar, cruzar el maldito muro hacia Piltover y llevar el mensaje. Caitlyn era mi blanco; sabía que Vi no se resistiría a venir si ella estaba en peligro.

Mientras corría por las calles sucias y contaminadas, mi mirada no pudo evitar recorrer los muros y las paredes de edificios derrumbados y abandonados. Muchos tenían pinturas y grafitis azules, símbolos en mi honor, e incluso uno donde yo lucía como una salvadora, con el rostro de Vander detrás de mí.

Sonreí, aún más impulsada. Esto era más que una promesa rota hacia mi padre; era el apoyo de todo Zaun hacia mí, esperando que yo hiciera algo, que finalmente los liberara. Eso era lo que iba a hacer.

—Bien, es hora. ¿Por qué se siente tan nostálgico? Qué estúpido.

Crucé el muro y, sin tardar mucho, me moví con rapidez, saltando de techo en techo hasta llegar a la comisaría. No conocía mucho a la imitación barata de sheriff, pero de seguro estaba ahí, trabajando como loca.

Sin embargo, al sacar una de mis bombas y prepararme para lanzarla justo frente a la oficina de mi objetivo, noté que ella no estaba ahí. Por el contrario, estaba un idiota que parecía un niño rico en todo su esplendor.

Guardé la bomba por un minuto antes de sacar a Chispitas y mantenerla baja. Me acerqué para poder escuchar mejor lo que el niño rico parecía discutir con una vigilante pelirroja sin cerebro, que parecía una zanahoria andante.

¿Necesita algo más, concejal Jayce? —preguntó la zanahoria andante con interés.

"¿Escuchaste eso? Dijo concejal, aún mejor que una sheriff."

—Jayce... ¿No era ese el chico del progreso? —murmuré para mí misma, aún espiando la escena.

No, es todo, gracias, Ren. Pensé que encontraría a Caitlyn aquí, pero ya hablaré con ella mañana entonces. Que tengas buena noche. —el hombre contestó, despidiéndose de la pelirroja.

Si Caitlyn no estaba ahí, eso arruinaba mis planes. De seguro estaba en su mansión teniendo un momento de lesbiana intensa con mi hermana, y preferiría cortarme la garganta antes que tener que lidiar con ello.

Si no podía ir hacia ellas, entonces las haría venir hacia mí. Y qué podría ser mejor que utilizar un pequeño rehén en el proceso. Después de todo, era hombre, ¿en qué podía servir?

"Te recuerdo que tienes de novio a uno."

—Sí, y por andar de inservible, ahora mismo está atado en el sótano. —rodé los ojos antes de levantarme.

Volví a moverme, cerca, lenta, casi pisando los pasos del dichoso concejal, que ahora salía del lugar y se dirigía a su vehículo. Sin darle un minuto más, dejé rodar una de mis bombas coloridas, pero sumamente mortales.

—Oye, niño rico —lo llamé. Él volteó casi cayéndose de golpe, como si hubiese visto al mismo diablo. —¿Te gusta el color azul?

—¿Q-Qué? —su voz temblaba. Solo sonreí.

Él intentó retroceder y solo levanté mi mano, haciendo una señal de despedida con mis dedos antes de que la bomba explotara justo al lado. El humo azul llenó el espacio, y al mismo tiempo, la onda expansiva lo lanzó, impulsándolo hacia un mural.

El sonido fue tan fuerte que rápidamente los vigilantes salieron del lugar, pero yo había sido más rápida. Sostenía al hombre del cuello de su camisa, Chispitas apuntándole justo a la cabeza.

Corazones enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora