Hora de un cambio

Capítulo 18 - Nacimiento de un nuevo estilo

Mitarashi Anko caminaba casualmente hacia el regreso a la aldea. Ella y Jiraya estaban a unos pocos kilómetros de llegar a la aldea escondida entre las hojas y ella ya estaba pensando en usar sus serpientes para causarle al pervertido un dolor y sufrimiento inconmensurables. Se preguntó cómo diablos podía su novio soportar a este tipo durante tres años enteros y no perder la cabeza o incluso llegar a matarlo. En más de una ocasión, Jiraya abandonaba a Anko por espiar los baños públicos, haciendo su llamada "investigación". En este momento, estaba esperando dentro de un restaurante de dango, mientras escuchaba al pervertido reírse como una colegiala mientras miraba lo que parecían ser tres perras (pensamiento de Anko) bañándose dentro de un río cercano. También podía escuchar las risas provenientes de las mujeres y Anko tuvo que compadecerse de tal inocencia. Los civiles y los shinobis eran especies de seres humanos bastante diferentes.

No se podría esperar igualar ni siquiera una característica similar entre los dos e incluso una leve sensación de similitud se rompe, cuando las cosas se ponen difíciles. Anko, una vez, conoció a una mujer en uno de los baños públicos de Konoha que resultó ser una civil. No hace falta decir que la conversación no existió exactamente entre ellos dos. La mente de Anko se dirigió hacia el camino del ninja mientras que la mujer estaba más interesada en hablar sobre moda y productos de belleza. Mientras que una chica, sin importar si es una kunoichi o no, siempre piensa en moda, Anko no estaba muy interesada en el tema. Sin embargo, la idea de vestirse bien para Naruto surgió en su mente. Anko, a menudo, se imaginaba burlándose de Naruto con su apariencia y podía ver su rostro mientras le babeaba. Por supuesto, la idea de ver a Naruto destrozarlo todo y simplemente devastarla era mucho mejor, así que al final, pensar demasiado en la moda no valía la pena.

Pensando en Naruto, Anko realmente quería sorprenderlo cuando regresara de su misión hacia Lightning Country. Todavía se preguntaba si Naruto estaría enojado con ella por perderse sus pruebas jounin, pero luego recordó que Jiraya había dicho que Naruto no haría algo como esto. El sello maldito era, de hecho, la peor pesadilla de Anko y no podía ser realmente feliz con su vida cuando se miraba al espejo todos los días y recordaba a su antiguo sensei hundiendo sus dientes en su carne. Sólo pensar en Orochimaru hizo que se le erizara la piel de puro odio y desesperación. Tenía muchas ganas de disculparse por el rubio, pero en el fondo de su corazón sabía que mientras existiera el sello maldito, no sería cien por ciento libre.

Terminando el último palo de dango, miró hacia arriba y vio que Jiraya caminaba hacia ella mientras se masajeaba un gran bulto en la cabeza. Se lo merecía el pervertido, pensó suponiendo que una de las chicas hiciera eso, después de descubrir que las estaban acosando. No pudo evitar reírse de la situación del pervertido y se preguntó si Naruto veía esta situación a menudo. "Te lo mereces, pervertido" – Dijo Anko, antes de levantarse y continuar caminando hacia Konoha mientras escuchaba a Jiraya murmurar sobre el hecho de que incluso sin chakra, esas chicas podían golpear muy fuerte, lo que, por sí solo, le valió una risita por parte de la mujer. "Esa fuerza está reservada para malditos pervertidos como tú" – Concluyó Anko, ganándose un bufido del sannin quien a su vez llamó a Anko hipócrita, debido a sus aventuras sexuales con cierto rubio, seguido por otra colegiala riéndose.

Después de escuchar eso, Anko miró a Jiraya con miradas que asustarían incluso a Cara de Serpiente. "Sabes, esta vez no te venceré. Sin embargo, eso no significa que no te trataré en consecuencia" – Dijo Anko, antes de enviar un par de serpientes para morder a Jiraya directamente en el cuello del hombre, antes ver al pervertido disolverse en el barro y aparecer junto a ella mostrando una expresión no tan emocionada en su rostro. Sin embargo, Anko no se inmutó y comentó que debería verlo venir después de espiar su tiempo a solas con su novio.