6. la curiosidad mato al gato

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Matías ha visto muchas cosas en su vida, pero ver a un hombre absolutamente aterrorizado es sin duda una de las más destacables.

Habían estado bien un momento antes, había estado hablándole a Enzo sobre el último partido de Boca, y el había estado contestando, respuestas vagas y cortas hasta que de repente se quedó estático.

Un hombre había pasado al lado de ellos, con una camiseta negra y pantalones largos, saludo a Enzo, su brazo en la cintura de la chica que lo acompañaba, Matías no pensó mucho más en el.

Pero Enzo parecía que no podía dejar de verlo.

Las bolsas caen con un ruido sordo, y se voltea inmediatamente, alertado por el sonido, Enzo está ahí, estático, sus dedos temblando y mirando fijamente al hombre.

Se ve aterrorizado.

"¿Estás bien?" Pregunta, tocando suavemente el bicep de Enzo, el no dice nada inmediatamente, procesando todo lentamente.

"¡No me toques!" Enzo grita y arranca su brazo de su mano, y lo araña sin querer, rayas rojas sobre su piel morena. "¡Déjame!"

Enzo camina hacia atrás, asustado, chocando con una banca cercana, sus ojos llenos de lagrimas que parecen estar a punto de derramarse.

Matías había visto ataques de pánico antes, habían personas que no procesaban bien las drogas, que en vez de obtener la reacción normal, los recuerdos se activaban, el pánico subía por su garganta. Pero a Matías nunca le había pasado.

No sabía que hacer.

Se mantiene a distancia, pensando en que hacer, las personas los ven de reojo, observando fijamente a Enzo, como si fuera una atracción, ve como se ríen, susurros detrás de sus manos, se están burlando.

Matías está acostumbrado, pero no va a dejar que se burlen de él en ese momento.

Un par de chicas lo apuntan, susurrando entre ellas, Matías escucha las risa casi perfectamente, y se acerca a ellas, no tiene un plan en mente, pero sabe que hay algo que las asustara.

"Si no se callan, les meto un tiro en la bocha" Les dice, metiendo su mano dentro del bolsillo de su pantalón, no hay nada dentro, pero las tres chicas se ven absolutamente aterradas.

Matías se da la vuelta y escucha el sonido de los zapatos golpeando baldosas.

Enzo tiene su cara escondida entre sus brazos, su cuerpo temblando con fuerza, no se ve bien y de vez en cuando un sollozo demasiado fuerte atrae a las personas curiosas.

Necesita sacarlo de ahí, pero no tiene idea de cómo.

Arrastra las bolsas de compra hasta el banco, cerca de ellos dos, y se sienta en el filo del asiento, su rodilla toca suavemente la del otro hombre. Ninguno de los dos se aleja.

"Yo quería, yo lo quería" Escucha a Enzo susurrar en sus manos, palabras inconexas, no sabe de que habla, y no sabe cómo ayudarlo "Yo le dije que si"

"Enzo, Enzo soy yo, háblame" Toca suavemente su muñeca, y el se lo permite, no se mueve, demasiado ocupado susurrando en voz baja que es su culpa.

Las manos de Enzo son grandes, dedos largos y palmas anchas, su mano se ve pequeña en comparación pero ni siquiera se fija en eso, observando los arañazos en sus párpados.

Deja que Enzo apriete su mano con fuerza, sus uñas clavándose en el dorso, el lo mira, alzando su cabeza "¿El recuerda lo que me hizo?"

Su voz es frágil, temblando como una hoja, y Matías limpia sus lágrimas con sus pulgares, no sabe que otra cosa hacer, le pagaban por satisfacer, no por ayudar "¿Que hizo?"

Enzo no responde y lo abraza con fuerza, llorando en su hombro, Matías no pregunta más, pero en su mente empieza a conectar puntos, los susurros ahogados.

"No le dije que parara" Escucha suavemente que susurra, pero no hace nada, tararea suavemente y hace una nota mental de preguntar después su nombre.

Hay un subtexto detrás de la manera en la que Enzo se aferra a su camisa.

Algo paso con Enzo y ese hombre. Algo malo

Enzo se separa después de un tiempo, sus ojos hinchandos por el llanto, respira hondo un par de veces, mirando sus manos "Perdón"

Murmura, en voz baja, su cabello sobre sus ojos, Matías se encoge de hombros, recogiendo un par de bolsas "No importa flaco, eso le pasa a cualquiera"

"Ya sé pero arruine tu día" El se levanta, limpiándose un par de lágrimas, y tomando otro par de bolsas, empezando a caminar.

"Te gastaste 20 lucas hoy, no arruinaste nada" Se encoge de hombros y Enzo sonríe, tomando suavemente su mano, no son pareja, claro que no.

Pero Matías puede imaginar un segundo que lo son.

No le gustaría ser novio de uno de sus clientes, la mayoría son hombres raros, hombres con esposas, hombres miserables pero Enzo es diferente a su propia manera.

Irradia lástima a oleadas, un tipo de tristeza casi constante, inconformidad, asco, odio, es un mosaico de emociones y Matías quiere descubrir cada una de ellas, saber la razón de lo que siente, meterse en su piel y saciar su curiosidad.

Enzo es diferente a su manera, es raro de una manera encantadora.

"Por chusma ¿Quién era él tipo?" Pregunta cuando están cerca del auto de Enzo, rojo en medio de un mar de negro, Enzo se queda estático.

"Nadie" Murmura con los labios apretados, el sonido de las llaves inundando el silencio incómodo que cae entre ellos "Un pendejo de mierda es"

La tristeza se transforma en rabia y es adictivo ver a un hombre como Enzo enojado.

"Igual no es tan pendejo si te hizo llorar como nene" Se cruza de brazos contra la ventana, observando las emociones en el rostro de Enzo.

Confusión.

"Decime flaco ¿Te lo cogiste?" Enzo inhala con fuerza, mordiéndose el labio inferior, Matías sabe que está pisando terreno peligroso, pero quiere seguir.

Necesita hacerlo, la curiosidad quemando dentro de él.

"¿Te cogió?"

Espera un grito, un golpe, que lo obligue a bajar, espera algo menos el silencio ensordecedor de Enzo, el no dice nada, maneja en silencio, sus labios apretados.

Matías acaba de cortar un nervio en carne viva.

"Fue mi primera vez" Murmura Enzo después de un rato, su cara iluminada por la luz de la luna "No importa más"

Hay algo debajo, y ambos lo saben, pero Matías no tiene la fuerza para intentar indagar más profundo, se queda a raya, mirándolo de vez en cuando.

"¿Te gustó?" Pregunta, mirando las lindas farolas de las calles, están lejos de su villa, y apenas reconoce cosas, los autos de marcas que no puede pronunciar "¿Cuando te cogió?"

Enzo no dice más, acelera con fuerza y el motor ruge, los autos se vuelven borrones de color y el aire golpea con fuerza el auto.

El silencio es una respuesta por si misma, Enzo no lo quiso.

La culpa se asienta en su estómago como un bloque de cemento.

Enzo se estaciona en el mismo lugar de siempre, suspirando con fuerza contra el volante, Matías no quiere decir nada más y se baja del auto con un clic de la puerta.

"Soy hetero Matías, tengo mujer, no me gustó cuando me cogió" Enzo admite mientras baja las bolsas de la parte de atrás del auto, el peso acalambrando sus dedos.

"Mira, no soy muy inteligente, pero si te acostas con un pibe, no sos exactamente hetero"

Enzo arranca inmediatamente después.


wapo traketero | matienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora