9. cobarde

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Enzo espera media hora a Matías hasta que acepta que no volverá.

Mira al suelo, escuchando las palabras del padre fluyendo, no presta atención como siempre, mirando sus rodillas, apretando la tela sobre su piel.

No puede concentrarse, no sabiendo que todos están hablando de él.

Los murmullos se multiplican cuando Matías desaparece, y se siente señalado, juzgado entre todos, como si estuvieran exponiendo cada pedazo de él, su nombre pasando de boca en boca hasta que llega a la suya.

Y desearía nunca haber escuchado nada.

"Era un puto ¿No viste como caminaba?" Escucha a una chica susurrarle a su novio, sus manos entrelazadas, están apenas un par de centímetros de él y escucha su voz clara como el agua.

Clava sus uñas en sus muslos, la suave tela debajo de las yemas de sus dedos calmando su cerebro errático.

"Mi hermano se chapo al otro trolo hace años, me dijo que nunca paró de llorar, fue patético"

Enzo se levanta de un tirón y vomita en el estacionamiento.

Su estómago convulsiona con arcadas, la saliva mezclandose con un líquido claro, ácido en su lengua, Enzo se siente enfermo.

Juzgado, expuesto, parte por parte mostrada para el deleite de todos, sabe que todo el mundo está hablando de él, de lo que está haciendo, el rumor esparciendose como fuego.

Fuego sobre fuego, Enzo siente su garganta quemar, el vomito esparciendose sobre el cemento caliente, y solo puede pensar en el que dirán.

Enzo es un cobarde, esclavo de los demás.

Se sienta pesadamente, escupiendo los restos de vómito de su boca, se siente sucio, manchado, la culpa arremolinandose en la boca de su estómago.

Alguien se sienta a su lado, sus zapatos arrastrandose sobre el pavimento, no son los de Matías, zapatos demasiado grandes como para ser suyos, cuero barato color marrón.

El ya se había ido. Lo había abandonado, dejado para el escrutinio público.

Y honestamente Enzo también lo habría hecho.

"¿Estás bien?" Escucha la voz grave de Esteban a su lado, su enorme mano sobre su muslo, dedos largos sobre sus músculos, sus piernas temblando.

Enzo suprime lo que piensa, como empieza a pensar cosas que no debería, el cabello rubio rebotando cuando Esteban lo mira con preocupación.

Esteban no está sucio cómo el, Esteban no es como el, Esteban está bien establecido, tiene una linda esposa y una hija, pero algo en Enzo se remueve, haciéndolo querer buscar más profundo.

Se muerde la lengua y disfruta del toque de Esteban en su muslo, suaves momentos de calidez entre los dos, no es habitual en ellos, los hombres no hacen eso, Dios no lo permite.

"Algo me sentó mal" Responde lentamente, pedazos de verdad en su red de mentiras, lleva mintiendo desde hace meses, mintiendole a Sofía, a sus amigos, a sus padres, a Matías.

En algún momento tendrán que descubrirlo.

"¿Querés que te lleve a tu casa?" Esteban pregunta, acariciando su muslo con su pulgar, Enzo se muerde la lengua, guardando sus pensamientos muy dentro de su mente.

Niega con fuerza, susurrando: "No"

"Puedo avisarle a Silvia y se queda con la nena en los cuneros, te llevo dale" Esteban se levanta, su mano en su muslo, su muslo cosquillea debajo de la tela.

Se muerde el labio inferior y empieza a caminar detrás de Esteban, subiéndose a su BMW rojo, las llaves de Esteban tintinean, sus dedos vibrando donde Esteban los rozo.

wapo traketero | matienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora