14: Electric

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Los doctores decidieron hospitalizarme un par de días para así obtener tantas muestras como fuera posible, convirtiendo mi estadía allí en una instancia desalentadora que solo era tranquilizada por la compañía de Hoshina, quien venía a verme después de trabajar y se daba el tiempo de conversar conmigo por horas.

Durante esas charlas solía contarme el progreso de mis compañeros, sus expectativas sobre el futuro y su clan. También traía todo tipo de dulces.

Lo más agradable de sus visitas eran nuestros besos, seguidos por un te amo y un reconfortante silencio. No había duda, estaba totalmente enamorada.

Tal vez por eso me sentí tan feliz cuando me dieron el alta y me arreglé con la ropa que Soshiro me había regalado.

Cuando estuve lista recogí mis cosas y me dirigí a la base. Allí dejé mis pertenencias y aproveché de revisar los archivos de la biblioteca, buscando información en base a lo que había aprendido de Kafka.

Tenía muchas interrogantes y no encontraba nada sobre el proyecto cancelado. Al cansarme guardé todos los papeles en su lugar. Era probable que no hubiera ningún dato en los documentos públicos o que no estuviera investigando de forma correcta.

Me retiré del salón y pude apreciar que estaba encendida la luz de la sala de entrenamiento. Me acerqué y observé como Soshiro practicaba. Esperé para no molestarlo, pero él ya había notado mi presencia. Me miró de reojo y esbozó una sonrisa mientras tomaba mi mano para aproximarme a él, abrazándonos. Parecía aliviado de que yo estuviera bien y sus brillantes ojos acompañaron ese instante con un tierno beso.

La dulzura de ese acercamiento se transformó poco a poco en deseo, haciendo inevitable darnos un beso de esos, de esos como si no temiéramos que los demás nos vieran.

- Hay que ir a la fiesta... -dije casi en un suspiro cuando nuestros labios se separaron.

- Podemos llegar tarde...

Sonreí al mismo tiempo que Soshiro recorría mi cuerpo. No quería alejarme de él.

En el segundo en que este empezó a desabotonar mi abrigo, insistí.

- Debemos ir, te esperan...

Lo vi fijamente hasta que se distanció de mí, poniéndose la chaqueta.

- ¿Vas a ir así?

- ¿Cómo? ¿Estoy muy sudado? No alcancé a entrenar casi nada.

Negué con la cabeza.

- Lo decía por la ropa ¿Irán todos así?

En efecto.

Los demás también estaban con polera y pantalón. Por lo que al entrar sentí sus miradas inspeccionando que tan revelador era mi escote o el largo de mis prendas. Solo se distrajeron cuando llegaron los invitados de honor y el vicecapitán dio unas palabras de ánimo a los soldados, brindando. Entonces Ichikawa se acomodó a mi lado, dejándome en medio de él y Hoshina. Como este último conversaba con Okonogi, Reno me preguntó.

- Supe que estuviste enferma y por eso no fuiste a verme al hospital ¿Estás mejor?

- Totalmente.

- Espero no mientas.

Para evitar contestar bebí de mi jugo y él exclamó.

- ¡Oh! Espera, prueba este sabor, está mucho mejor.

Cambiamos de vasos y tomé de la misma pajilla que él. En realidad tenía razón, era más delicioso. Le devolví su bebida y este me recriminó.

- Nunca te das cuenta de nuestros besos indirectos.

- Es que eso no fue un beso indirecto.

- Claro que lo sí.

Besé uno de mis dedos y lo puse sobre su boca.

- Esto es un beso indirecto.

Ichikawa se sonrojó y se volteó con rapidez, prefiriendo ver como todos se criticaban de forma constructiva en un ambiente muy amigable. Yo también los contemplé. Estaban muy enfocados en compartir opiniones.

Cuando iba a hacer lo mismo con Reno, sentí como corrían mi cabello. Era Soshiro quien con una sonrisa, me susurró al oído.

- ¿Y si vamos a terminar nuestra conversación a otra parte?

Volví a beber un poco para disimular y me ruborice al sentir su mano acariciando mi muslo, debajo de la mesa, escondida por el largo de mi vestido.

Cuando pude notar que sus dedos llegaron a mi ropa interior, no pude aguantar más y me levanté. Salí a tomar aire y caminé un poco para calmar mi corazón. Me escondí en un área solitaria del recinto y aun así él no tardó en encontrarme.

Murmuré su nombre y Hoshina me besó. Un beso como los de aquella noche, haciendo que nuestras lenguas se juntaran con un ritmo brusco. 

Entonces  me arrinconó hacía la pared, impaciente de experimentar la emoción de tocarnos de manera desenfrenada y dejándose llevar por nuestra cercanía, bajó mi pantaleta.

Volvió a besarme, esta vez con ternura. Nuestras miradas conectaron y yo asentí, de modo que él continuó.

Poco a poco y con suavidad comenzó a tocarme hasta poder introducir con mucha lentitud sus dedos.

Al sentirlo dentro de mí  empecé a gemir despacio. Como él veía con detenimiento mis expresiones, varió la velocidad de sus movimientos, hasta hacerme suplicar por más.

Ante mi solicitud, Soshiro se agachó, subiendo mi vestimenta. Puso una de mis piernas en su hombro para lamerme con intensidad, sin sacar sus dedos. Se sentía demasiado bien. Tan bien que ya no podía reprimir más mis sentimientos. Era obvio que esta sensación estaba jugando con mis sentidos y ello me hizo gemir a libertad.

Frente a esta respuesta, Soshiro fue más rudo y lo hizo con más fuerza.

Coloqué mis manos en su cabeza e intenté resistir un poco más pero no pude.

Aproximé su rostro a mí mientras mi cadera se agitaba por el orgasmo.

Hoshina estaba haciéndome olvidar donde estábamos y cómo debíamos comportarnos.

Cuando mi cuerpo se relajó, Soshiro se relamió sus dedos y su boca, preparándose para seguir; sin embargo, escuchamos un ruido que nos llamó la atención y reconocimos una silueta.

Era evidente, alguien nos había visto.

Dreamy Sky StarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora