Se tomó un momento pɑrɑ mirɑrlo, porque erɑ bonito, sus lɑbios estɑbɑn pɑ́lidos por el frío, su nɑriz estɑbɑ enrojecidɑ, tɑmbién sus mejillɑs y sus ojos brillɑbɑn y ɑunque el esmerɑldɑ hɑbiɑ desɑpɑrecido de sus irís, ɑún lucíɑn preciosos. Y e...
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Abrió los ojos perezosamente, se sentía cansado y con la sensación de no haber dormido lo suficiente. Luego de haber terminado de comer pastel junto a Jimin y de hablar un rato sobre cosas banales regreso a su habitación a las 2:30 de la mañana y no durmió hasta terminar por completo el dibujo para el Omega, lo cual había sido cerca de las 4 de la mañana, pero al menos se sentía medianamente satisfecho con el resultado, también lo había puesto en un bonito marco de color blanco que había pedido en línea.
Estiró su cuerpo y bostezo ampliamente, aún era temprano, pero sabía que los abuelos de Jimin llegarán pronto y quería estar presentable para cuando llegaran.
Cerró los ojos solo un par de minutos antes de que la puerta de su habitación fuera abierta.
—Yoongi, mis abuelos ya llegaron, mi abuelo está preguntando por ti— dijo Jimin mientras subía despreocupadamente a la cama del Alfa y se recostaba a su lado, dando un gran bostezo. -Tengo demasiado sueño.
—También yo— respondió con voz ronca.
—Debemos bajar.
Yoongi asintió y comenzó a salir de la cama. —me daré una ducha primero— entró al cuarto de baño sin esperar respuesta.
15 minutos después salió de la ducha y agradeció haberse colocado una bata de baño antes de salir, pues el Omega aún estaba en su cama, se había quedado dormido ahí tan pronto como el Alfa entró al baño.
Su lobo agradeció la situación, pues gracias a eso, el aroma a frutos se quedaría impregnado en su cama, con suerte hasta la noche.
—Jimin...
El Omega despertó bruscamente, completamente desorientado.
—Tenemos que bajar— agregó Yoongi.
Jimin balbuceó algo ininteligible y salió de la cama, y de la habitación.
Yoongi bajó unos cinco minutos después, se sentía nervioso por conocer a los abuelos de Jimin.
Escucho voces en la terraza así que simplemente caminó hasta ahí.
—B-buenos días— saludo tan pronto como cruzó la puerta corrediza.
Las miradas de todos cayeron sobre él.
Los cuatro adultos estaban sentados a la mesa comiendo el desayuno, mientras que Jimin estaba hasta el otro lado de la terraza, sentado en una sillón colgante, abrazando sus piernas contra su pecho, su celular en mano y bebiendo quién sabe qué en un bonito termo con popote.
—¡Diosa luna, pero que guapo muchacho!— la abuela de Jimin se puso de pie de inmediato, acercándose a Yoongi con las manos extendidas.
Yoongi se quedó inmóvil, sin saber que hacer exactamente cuando la mujer lo tomó de las mejillas para mirarlo con mayor atención.
