《12》 Los juegos de la muerte

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''Y es que, dos almas que encajan tan bien es imposible que no estén juntas incluso aunque quieran asesinarse el uno al otro

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''Y es que, dos almas que encajan tan bien es imposible que no estén juntas incluso aunque quieran asesinarse el uno al otro...''

''Morir por Malek y Sakit es todo un honor para las almas de Faérya y Mundo Mágico. Servir al más allá con sus vidas es honrar a sus muertos''

''Luchar por Malek y Sakit es vivir y morir para la guerra, con o sin arrepentimientos''

''El sacrificio es valía. La valía es la muerte''

Tras el encuentro con Raynerson... durante la madrugada:

*Antes de quedarme dormida, mi mente no dejaba de divagar y divagar en mis pensamientos... Recordar lo que había vivido años atrás en mundo mágico me era imposible, como si mi cerebro hubiese eliminado toda la información y mis recuerdos. O como si sufriera algún tipo de reseteo o demencia. Algo que no entendía. Por qué no me acordaba de nada ¿Algún trauma? ¿Alguien me había borrado la memoria? ¿Ambos? ¿Magia? Quizás eso de que tengo que averiguar por qué todos me odian y me culpan, tenga que ver con lo que no recuerdo. O quizás tan solo fuera mera casualidad, mera coincidencia, y todos me odian por alguna razón que desconozca, no que no recuerde*

Por la mañana:

Me desperté sintiendo todavía sus mordiscos en mi piel - Espabila ''Violeta''* - me di dos leches en la cara con las palmas abiertas, demasiado fuertes, la verdad, me había hecho daño

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Me desperté sintiendo todavía sus mordiscos en mi piel - Espabila ''Violeta''* - me di dos leches en la cara con las palmas abiertas, demasiado fuertes, la verdad, me había hecho daño. Mi brusquedad me afectaba hasta a mí misma. Me miré en el espejo, y efectivamente, los mofletes rojos.

Violeta*: llamarme a mí misma Violeta era una forma de burlarme de mí misma, una forma de prestar atención, de reñirme.

Me lavé la cara con agua congelada para olvidar mis recuerdos con mi asesino, los tocamientos, el roce, todo tan repentino. Y también para apaciguar las rojeces de mis mejillas. Por poco sentía que funcionaba.

No ayudaba el hecho de que hubiese ocurrido en mi habitación, habitación que no podría cambiar de ubicación su recuerdo, habitación que me recordaría siempre lo que casi habíamos hecho y lo que sí habíamos hecho. Pero tenía que olvidarlo, era un pacto no hablado. Tenía que ser así. No podíamos ser amantes y asesinos, aunque por el momento, él lo fuese más que yo misma. Algo que debía trabajar y que estaba muy mentalizada en que lo conseguiría, sea como fuese, de ello dependía mi vida.

ALMAS CRUZADAS, ALMAS ROTAS ECOS DE LA MUERTE, TOMO 1 (A.E) Almas Entrelazadas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora