¡Hola!
Este capítulo no tiene nada que ver con el libro, pero creo que es tan bonito que debe tener más visualización. Este relato está inspirado en mi abuela, por ello, es muy especial. Espero que os toméis un tiempo y lo leáis.
¡Disfrutadlo!
HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO
Las siguientes palabras que dijo mamá se me quedaron grabadas en la cabeza: — Tu abuela tiene Alzheimer y me temo que también le queda poco de vida.
Mamá me había reunido en el salón de casa para hablar exclusivamente conmigo de un tema importante; a mi abuela Leonila le habían detectado Alzheimer en un nivel avanzado y, según los médicos, estaba en estado terminal. Los doctores no se podían creer que, a tal grado de la enfermedad, nadie se había fijado en los síntomas hasta hace unas semanas, ni siquiera ellos mismos cuando la checaron poco tiempo atrás.
Mi mirada decayó en instantes mientras contenía todos mis impulsos para no mostrarme débil ante mamá, quien ya parecía estar pasándolo bastante mal.
— Cariño, Lily, ¿te encuentras bien? — su rostro derrochaba preocupación. No me extrañaría si yo luciera como un fantasma, pues sentía cómo la sangre se esfumaba de mi cuerpo.
—Sí, tan solo la noticia me ha dado de golpe... será mejor si me voy a mi cuarto a descansar un rato.
Con las pocas fuerzas que encontré, fui capaz de andar por el pasillo del piso y llegar a mi dormitorio, donde exploré por debajo de la cama hasta dar con lo que buscaba: un álbum de fotos que yo había ido creando con todos los momentos que pasé con mis abuelos. Al final,lo encontré en el fondo del lecho. Lo saqué y me senté en la cama para darle una ojeada y, así, recordar.
A pesar de ser joven y no haber podido pasar mucho tiempo con mi abuela, pasaron se introdujeron en mi cabeza cientos de recuerdos. La primera foto era cuando yo recién residía en el mundo y ella me transportaba en brazos por primera vez. La segunda fotografía fue en Navidad y mi abuela me ayudaba a abrir un regalo. La tercera era de cuando se me cayó el primer diente en su casa por comer galletas de chocolate. Mientras pasaba las páginas, tenía diferentes visiones del pasado.
El día de carnaval llegó cuando estaba en mi último año de guardería. Leonila había venido temprano a mi casa para ayudar a mamá a prepararme, ya que ella no tenía mucha idea de cómo maquillarme.
El día de mi bautizo y del tercer cumpleaños, mi abuela fue quien se acercó con mi abuelo para tomarnos varias fotos con la cruz y Jesús. Luego de que se diese la hora de celebrar mi cumpleaños, fuimos a su casa con el resto de familia. Mi abuela me
ayudaba a hinchar los globos morados (nuestro color favorito) mientras que yo los colocaba por cualquier lugar.
Por desgracia, no pude llegar hasta el final del álbum, pues el sueño me venció y caí en brazos de Morfeo entre fotografías, recuerdos y lágrimas.
A la mañana siguiente desperté temprano con la intención de salir de casa y coger el autobús rumbo a la residencia donde se estaba quedando mi abuela, porque mi abuelo no podía cuidarla más debido al estado de su esposa. Al llegar al lugar, pronto metí mis datos en la hoja de registro y entré a ver a mi abuela en su dormitorio asignado.
Ella estaba sentada sobre un sofá individual con la mirada perdida en el ventanuco de la habitación. Llegué a su lado y me arrodillé a su altura. Ella dirigió su vista hacia mí y ocurrió lo peor que me temía: Leonila no podía hablar, pero tampoco tenía pinta de que me estuviera reconociendo.
— Abuela, soy tu nieta Lily, ¿me recuerdas?
Siguió en silencio, sin embargo, la enfermera que pasaba por la puerta me contestó:
— Leonila no puede hablar, señorita. Su Alzheimer evoluciona demasiado rápido. Apenas ya puede andar y comer o beber sola. Tan solo reconoce a su hija y a su marido.
Y, entonces, mi mundo cayó por completo.
Por fin exploté, las lágrimas bajaban por mis mejillas, pareciendo que me fuera a ahogar en mi propio mar salado. La enfermera lle puso de su medicación y salió para dejarme sola con mi abuelita, no sin antes avisarme que se había vuelto un tanto violenta.
Por Dios, ¿dónde había quedado aquella mujer que tanto me quería, me apoyaba y estaba orgullosa de mí? Mi abuela seguía siendo muy joven para esta enfermedad, mas así había sucedido. Deseaba cambiar el pasado y hacer todo lo posible para que ella no estuviera en esta situación tan rápido. Tal vez hubiese alguna cura o medicación para ralentizarla pero, si era así, ya no había tiempo. No había vuelta atrás.
Desde aquel día, que la vi en ese estado, en su propio mundo, siempre iba a la residencia para visitarla después de clase. Para mi suerte, al contrario que con los demás, mi abuelita solía darme besos en la mano, en la mejilla, en vez de ser agresiva. Aquello me gustaba, aunque hubiera preferido otras circunstancias.
Había visto de todo en el tiempo transcurrido. Sus momentos más bajos, hasta sus mayores logros; cuando consiguió ponerse de pie por ella misma y avanzar tres pasos. Era realmente duro ver como una persona cercana a ti padecía de Alzheimer, paso a paso el enfermo iba apagando su luz. Y, en cierto modo, tú ibas junto a él.
Aquella tarde de otoño, el frío estaba comenzando a aparecer por las tardes y, para la seguridad de Leonila, las enfermeras habían optado por dejarla recostada en la cama, viendo el canal de televisión favorito. Eso no me impidió coger una silla y sentarme a su lado. Agarré su mano con la mía. Entonces, no me pude contener más y hablé:
— Te quise, te quiero y siempre te voy a querer, no importa si aún sigues aquí o no. Estaré a tu lado hasta que llegue tu momento de descansar con el resto de la familia en el cielo; hasta que llegue tu último aliento.
Esto es para todas las personas que se han sentido identificadas.
❤️❤️❤️
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Caprichos ✔️ [LIBRO I]
Teen Fiction(Corrompida por el Diablo) Desde que él la vio, no pudo sacarla de su cabeza. Eso lo conllevó a sacrificarse y cambiar por ella, su nuevo capricho, que después se fue convirtiendo en amor. Melissa Hawkins es buena, santa e inocente. Él es todo lo c...