Capítulo nueve
Melissa
— ¿Qué tal, familia?
Aegan abrió completamente los ojos, viéndose nervioso. Sin más, salió del dormitorio a la velocidad de la luz, por lo que tuve que cerrar mi boca y callar mi veredicto. Para matar el tiempo, mi cabeza creaba miles de escenarios del futuro, pero todos eran borrosos y oscuros. Mis manos temblaban y mis ojos tiraban lágrimas.
Escuché varias voces discutir desde el piso de abajo y luego pasos subir por la escalera. El señor Mancini apareció otra vez en el dormitorio junto a Jess.
— Melissa, ya está aquí el médico.
Me acomodé mejor sobre la cama y me saqué las lágrimas de las mejillas. El mencionado pasó a la habitación, se acercó a la esquina del lecho y dejó el maletín.
— Buenos días, señora Mancini — saludó. Me incomodé de inmediato por cómo me había llamado —. ¿En qué puedo ayudarla?
— Solo Melissa, por favor — Aegan se tensó a mi lado.
— Ella está embarazada y se ha desmayado, creo que sería bueno si le haces un control o la revisas — se apresuró a contestar él.
— ¿Hay algo más que deba saber? — cuestionó el doctor —. ¿Se ha hecho alguna analítica o algún estudio recientemente que pueda entrometerse con su embarazo?
— De hecho, podría ser que sí — hablé, luego comencé a relatar: —. Intenté suicidarme con medicación hace menos de una semana.
— La revisaron y no le sacaron nada grave, tan solo tendría que reposar en la cama hasta el día de hoy — completó Aegan.
— Cierto. Pero hace un par de días que tengo dolor en el vientre, son como punzadas muy fuertes. Al principio pensé que eran cólicos de la menstruación, sin embargo, empecé a sangra levemente, algo no común en mí — agregué yo.
— Bien, le haré una ecografía para comprobar el sangrado, aunque, por los antecedentes no puedo darles esperanzas.
Sacó sus artilugios y comenzó a hacer su trabajo. Me revisó y me hizo más análisis, los cuales, mañana a primera hora estarían los resultados.
— El sangrado, como yo temía, ha sido una amenaza de aborto que sigue ahí, por lo que, al igual que le otro doctor, le receto que esté una semana más en reposo absoluto. Ni siquiera puede levantarse al baño, todo lo deberá hacer tumbada en la cama.
— ¿Aborto? — me llevé las manos a mi vientre.
— Así es, señores Mancini — asintió el hombre —. Tendrá que beber mucha agua y una dieta balanceada, pero sin los alimentos que no puede consumir una embarazada.
— ¿El bebé se podrá recuperar? — preguntó Jessica por primera vez.
— Sí se llevan a cabo todas mis indicaciones, hay grandes posibilidades. Después de tener los resultados, los llamaré para comprobar cómo está, señora — se dirigió a mí —. Si vuelve a sangrar, aunque sea leve, por favor, vaya al hospital de inmediato.
— ¿Cuántas semanas tengo?
— Por su tamaño, que es semejante a una goma de borrar, son seis semanas de gestación — se aclaró la garganta, guardó sus pertenencias y se quitó sus lentes —. Si no hay nada más en los que les pueda ayudar, me retiro.
Aegan asintió con la cabeza y luego le indicó a su hermana que lo acompañara a fuera. Cuando salieron por la puerta, nos quedamos en silencio. La convivencia con el señor Mancini no era buena, faltaba comunicación.
— Melissa, yo... — le interrumpí.
— Quiero abortar.
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Caprichos ✔️ [LIBRO I]
Novela Juvenil(Corrompida por el Diablo) Desde que él la vio, no pudo sacarla de su cabeza. Eso lo conllevó a sacrificarse y cambiar por ella, su nuevo capricho, que después se fue convirtiendo en amor. Melissa Hawkins es buena, santa e inocente. Él es todo lo c...