Capítulo cincuenta y cinco
Melissa
El hotel en la Rivera Maya nos dio la cálida bienvenida nada más llegar con dulces, champán y accesorios de regalo, junto una invitación para el spa. Y sí, Aegan había reservado un viaje de casi un mes por las islas caribeñas de América Central. Nunca me sorprendió el destino, pues, viniendo de Aegan, era posible ir a cualquier lugar exótico y caro.
Esta noche también había sido movida. Aegan nunca dejaba su lado sexual y, de cierta forma, me gustaba. Esta vez me desperté yo primera, por culpa del cambio de hora. Como normalmente hacia cada vez que yo despertaba antes, le repartí cientos de besos por su rostro.
- No es la misma forma que ayer, pero me vale - Aegan posó su mano en mi nuca y me atrajo hasta que nuestros labios se tocaron -. Buenos días, amore mio.
- Buen día, Aegan.
Le sonreí. Después, quité la sábana que nos cubría; el calor era muy intenso. Me encantaba estar en esta situación con mi esposo, era demasiado romántico y tranquilizador. Cómo me gustaría que el tiempo se detenga. Aegan comenzó a llenar mi brazo de caricias, las cuales, algunas me hacían reír.
- Me gustaría ir hoy a la playa, bebé. Siempre he querido venir aquí de vacaciones, disfrutar bajo el Sol y bañándome en las aguas cristalinas. No sabes cómo te agradezco que me hayas traído aquí, incluso sin saber las ganas que tenía de venir aquí - le comenté. Ambos nos pusimos de lado para quedar en frente al otro, con los brazos rodeando la cintura.
- No tienes nada que agradecer, mi amor. Estar conmigo cada día de vida es suficiente, no necesito nada más que tus besos, caricias y palabras.
- Amaneciste romántico, eh - me burlé. Aegan intentó poner una expresión seria, aunque más bien se le veía risueño, con ganas de reír -. Amo esa faceta tuya, cariño. No cambies nunca tu forma de ser.
- No lo haré - me aseguró.
Pasamos media hora más así, hasta que nos dimos cuenta que lo mejor sería levantarse de la cama y gozar de las vacaciones que teníamos. Si bien era mucho tiempo lo que estaríamos aquí, no tendríamos que perder más tiempo. Por lo que, sin más tiempo que perder, nos pusimos los bañadores y cogimos las cosas que llevaríamos, para después salir a la playa.
- No hay nadie, qué extraño - arrugué la nariz, mirando hacia todos los lados de la playa. Seguí sin ver a nadie.
- Eso es porque es privada, la alquilé por todo el mes - mi expresión cambió a seria. No estaba mal estar solos, aunque esperaba socializar un poco -. Esto no significa que no podamos ir a una playa pública, así que, no te preocupes ni me eches nada en cara - rodeó mis hombros con su brazo y me incitó a bajar las escaleras de madera.
- Es bonita - opiné cuando dejamos las cosas en la arena -. Y también tiene muy buena pinta el agua, de hecho, me meteré ya, ni siquiera esperaré para tomar el Sol.
Quité mi vestido de tela casi transparente, quedando en un bikini negro con perlas plateadas de Gucci. Lo dejé sobre un mini chiringuitos que Aegan había armado y corrí hasta el mar, mientras Aegan se apresuraba a quitarse la camiseta básica y venía conmigo.
- ¡Está súper caliente! - chillé y metí mis manos para mover la arena, la cual, rápidamente volvió a su lugar y el agua se volvió a hacer transparente.
- Me encargué de reservar en el mejor sitio de México.
- Y acertaste - añadí.
Entré hasta que el agua cubrió mi cintura y me zambullí para mojarme el cuerpo entero. Aegan llegó a mi lado nadando poco después. Estuvimos flotando juntos durante un buen rato mientras hablábamos sobre diferentes tópicos. Él me sorprendió cuando me cogió de la cintura y me acercó hasta estar completamente pegados. Sentí un bulto entre mis nalgas.
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Caprichos ✔️ [LIBRO I]
Novela Juvenil(Corrompida por el Diablo) Desde que él la vio, no pudo sacarla de su cabeza. Eso lo conllevó a sacrificarse y cambiar por ella, su nuevo capricho, que después se fue convirtiendo en amor. Melissa Hawkins es buena, santa e inocente. Él es todo lo c...