54. De inocente ya no tienes nada

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Capítulo cincuenta y cuatro

Comienzan las vacaciones... así que, igual que ellos van a disfrutar, vosotros también. Votad, comentad y compartid <3

Aegan

Me desperté por el rayo de luz que golpeaba directamente en mi rostro. Melissa, que seguía a mi lado boca abajo y con la sábana tapándole hasta la mitad de la espalda, recibía la misma luz que yo. Cuando quise levantarme para correr la cortina, ella gruñó, por lo que no me moví de mi lugar. Cambié mi primer plan a otro mucho mejor: acaricié su desnudez hasta que abrió los ojos.

- Buenos días, Aegan - sonrió.

Melissa se dio la vuelta, se tapó los pechos para después acercarse a mí y besarme en la boca. Fue un beso lento y tranquilo, de esos que son para recién levantados.

- Buenos días, amore mio. ¿Cómo has despertado?

- Bien, aunque tengo demasiado escozor ahí abajo - respondió, un tanto tímida.

- Te lo advertí antes de comenzar, Mel. Pero no me refería a eso, me refiero emocionalmente, ya sabes... entre la boda y la muerte de ayer.

- Oh, sobre eso. También estoy bien, me encanta estar casada contigo y el asesinato, bueno, siento mucha más tranquilidad que antes. Sé que mientras esté junto a ti, nada me ocurrirá.

- Así es - le acaricié el pómulo con mi dedo pulgar y sonreí.

Pasamos un rato más en la cama, abrazados. Melissa estaba encima de mí completamente, con las piernas enredadas con las mías y su cabeza apoyada sobre mi pecho. Solo una delgada sábana nos separaba. Después, un mensaje me llegó al móvil. A regañadientes me solté unos centímetros para poder agarrar el teléfono.

El jet privado está listo y esperándoos, señor Mancini.

Era un mensaje de la compañía que se encargaba de la aviación de mi avión. Sonreí al saber que nos marchábamos de Italia para ir a América. Y lo mejor era que Melissa no tenía ni idea del destino; era una sorpresa.

- ¿Quién es? - me preguntó.

- El piloto de mi jet privado, el cual, ya está listo. Así que, debemos de levantarnos para irnos de viaje - dejé el móvil sobre la mesita de noche y volví a tomarle atención a mi esposa.

- Aegan, no hacía falta que nos fuéramos de viaje a saber dónde. Estar junto a ti ya es suficiente. Tal vez tengas más cosas que ocuparte en vez de esto, no sé, has descuidado la mafia desde que nos prometimos. Deberías de ponerte las pilas, porque si estás fuera más tiempo, luego te costará más ponerte al día - ella frunció el ceño mientras se separaba de mí, con lo bien que se sentía estar así.

- El trabajo no importa en estos momentos, para eso tengo a Leo en la empresa - me encogí de hombros. No iba a dejar de tener un viaje con mi mujer por el trabajo, mucho menos siendo el jefe.

- Bebé...

- No sigas, Melissa., ya no hay nada que hacer. Tenemos que levantarnos, alistarnos e ir al aeropuerto, son muchas cosas en cuarenta y cinco minutos máximo que tenemos.

Me puse de pie sin taparme absolutamente nada, al contrario de Melissa, quien también se había levantado, pero con la sábana rodeando sus pechos hacia abajo. La idea de tener sexo en la ducha invadió mi mente y, a ver, como a cualquier tío, se me empezó a empalmar. Supe que Melissa se había dado cuenta, pues su rostro estaba obteniendo un leve sonrojo.

- La ducha parece ser lo suficientemente grande para los dos, ¿qué te parece si nos duchamos juntos? - moví las cejas, pícaro.

- Tú mismo lo has dicho antes. Tenemos cuarenta y cinco para hacer todo y te puedo asegurar que si nos metemos los dos a la vez, no será una ducha normal y no terminaremos a tiempo.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora