Capítulo treinta y cinco
(Hay un cambio de números, pero no importa. No falta ninguno)
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Melissa
Aegan se encontraba en su despacho de la empresa. Llevaba un buen rato ahí encerrado, intentando mantener a flote todo su trabajo. Me daba pena, pues, desde hacía varias horas que no veía la luz del sol. Así que, sin nada más que hacer, me levanté de mi silla y fui hasta su oficina, con la intención de animarlo.
Si hubiera sabido que acabaríamos así...
- Mel, nena, ¿ocurre algo? - desvió su vista de los papeles que sujetaba en sus manos.
- Nada de que preocuparse - me quedé delante de su escritorio y le sonreí reconfortante -, quería venir y distraerte un rato.
Los ojos de mi novio se iluminaron, como si fueran unas estrellas brillantes. Luego se alejó unos centímetros del trozo de madera, me indicó que me acercara y lo hice amablemente. Sin embargo, me estiró del brazo y me hizo caer sobre sus piernas.
Me sonrojé.
Cualquier minúsculo movimiento producido por alguno de los dos era suficiente para que nuestros sexos, por encima de la ropa, se rozaran. Era algo introvertido y más para estar en una oficina donde personas entran y salen sin cesar. A Aegan no le importó aquello. Me besó como si no hubiera un mañana. Sus labios se movían bruscamente sobre los míos, desesperados. Yo intentaba seguirle el ritmo, aunque me era un poco difícil.
- Aegan, esto no puede suceder aquí - me separé cuando sus manos viajaron a mis muslos, los acariciaba suavemente mientras me mojaba levemente.
Además de no estábamos en la misma situación, tampoco estaba segura de sentirme preparada. Sí, ya lo había hecho antes cantidades de veces, pero, en ninguna había podido disfrutar, a excepción de la noche borracha, mas esa no contaba, pues no recordaba mucho sobre ella.
La duda iba y no desvanecía de mi cabeza. Tal vez era muy pronto, aunque todo en esta relación estaba sucediendo deprisa, pero este paso se nos iba un poco de las manos. Si bien no me sentía lista del todo, junto a él estaba segura.
- ¿Tú quieres esto? - preguntó sin vergüenza, mirándome directamente a los ojos.
- Sí, claro, pero no sé si estoy lista para ello... - él me paró para interrumpirme.
- Entonces, déjate llevar. Olvida todo lo demás y solo piensa en ambos. Los dos juntos, siendo una sola alma. Te prometo que todo saldrá bien, te sentirás amada de verdad - vi un destello en sus ojos. Decía la verdad, de eso no cabía dudas, así que hice lo que me pidió.
- Bésame - rogué. Rápidamente percibí su tacto de nuevo -. Haz que este sea el mejor día de mi vida.
- Lo será, amore mio... al menos por el momento - prometió antes de captar sus labios entre los míos.
Nos separamos después de unos minutos. Mis mejillas estaban sonrojadas por la timidez y el calor que sentía en mi vientre bajo. Este hombre causaba miles de sensaciones dentro de mí.
- Levántate.
Al estar de pie, su vista barrió mi cuerpo desde los tacones hasta el escote de mi camisa, que era en forma de V, por lo que se veía una fina parte de mi pecho. Me sentí intimidada, aunque también excitada. Aegan sonrió ampliamente, se puso de pie y, cuando pensaba que me atacaría de nuevo, a paso rápidos fue hasta la puerta, a la cual le puso el cerrojo,
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Caprichos ✔️ [LIBRO I]
Novela Juvenil(Corrompida por el Diablo) Desde que él la vio, no pudo sacarla de su cabeza. Eso lo conllevó a sacrificarse y cambiar por ella, su nuevo capricho, que después se fue convirtiendo en amor. Melissa Hawkins es buena, santa e inocente. Él es todo lo c...