Capítulo 8

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Luana:

Son las 7 de la mañana y no sé cómo estoy despierta.

Después de esa charla con David me propuse—luego de tres días meditando si era una buena idea o no—por fin anotarme al gimnasio.

La Luana del pasado se tomó la pesada tarea de acomodar la ropa que hoy llevaría junto a una mochila para que hoy no tuviera excusas de no ir.

Si, me conozco tan bien que por eso lo hice.

La cuestión es que no paro de bostezar desde que me levanté, poniéndome el top y pantalón rosa con toda la actitud para no volver a la cama y dormir hasta tarde .

Estoy haciendo el menos ruido posible ya que Gastón—que aún duerme cómo angelito—No se despierte.

Encima de productiva, soy muy empática.

Podrán.

Aunque mi sueño ha mejorado desde que duermo en casa de Gastón, —un detalle que no admitiré que no admitiré, claro—Si que me he levantado más tarde de lo usual, por las distancias que me llegaba para ir a la facultad eran menos.

Y esto me está costando más de lo que me gustaría.

Al llegar a la cocina me tomó un café y caliento el sandwich que me preparó Gastón ayer de jamón y queso.

Un detalle que agradezco sinceramente.

Cuando estoy lista me cepillo rápido los dientes y me hago una coleta lo más prolija que pueda.

Me pongo mis auriculares, con Taylor por supuesto, que con todos los desafíos que he estado enfrentando, sin ella no sería posible.

Es increíble lo cercana que te podés sentir a un artista, sin que se conozcan personalmente.

Media hora más tarde estoy enfrente del pequeño edificio, por suerte con caminar unos cinco minutos ya he llegado—Una pequeña ventaja a considerar—Pero mis nervios están a flor de piel por cada escalón que subo hasta llegar a la puerta de vidrio corrediza.

Ayer con ayuda de Gastón me he anotado a la membresía, por cómo era todo online él me ayudó a inscribirme para que no me echara atrás.

—Dale pulsa enviar—recuerdo cuando me dijo él a mis espaldas cuando rellené todo el formulario.

—Ya se sólo...—dije dubitativa si está era una buena idea o no.

Me sonrió con confianza, que me pudo transmitir y pulsé enviar antes de que mi conciencia de persona sedentaria se interpusiera.

Y acá estoy, arrepintiéndome aún si es una buena idea o no.

Con mis auriculares puestos, y mi playlist de Taylor Swift entro.

Cuando llegó a la recepcionista me sonrió con ternura, le debe gustar mi conjunto rosa pastel que me he comprado para hacerme sentir más segura de lo que no estoy.

—Hola, ayer me anoté a la membresía—dije intentando sonar segura.

—Ay si Luana—me dijo mientras buscaba mi nombre en la computadora, se la notaba entusiasmada mientras me tendía un carnet—Con esto vienes todos los días, David está por allá—dijo señalando el interior del gimnasio.

—Ah ok, gracias—dije sonriendo mientras me adentraba en la habitación.

Ella me volvió a sonreír mientras me daba la vuelta y me adentraba al lugar que al primer momento lo sentí intimidante.

Un novio por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora