Capítulo 1:

36 7 2
                                    

luana:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

luana:

Cuando te digan que tu vida no puede cambiar de un momento a otro, que aunque tú creas o pienses que tu futuro está completamente decidido y que nada ni nadie lo va a cambiar, permitete dudar.

Por un segundo.

Y si aún no me crees, escucha mi historia.

Me llamo Luana, tengo 20 años y toda mi vida he vivido en Argentina, tengo un hermanito de 3 años y dos padres que aunque tienen sus defectos los amo con todo mi corazón.

Amo con mi corazón el baile, creo que es una de las primeras cosas que aprendí a hacer desde chica—luego de caminar, por supuesto—, y que está en un lugar seguro en mi vida, me relaja y me saca el estrés cada vez. . . . Que lo necesito, debo admitir que tengo preferencia por el estilo urbano, pero el clásico no me sale para nada mal.

Me gustan las cosas dulces, más aún cuando son tortas con mucho dulce de leche.

Mi perdición.

Y otra de ellas pero de la que no me siento para nada orgullosa es fingir que todo está bien cuando no lo está.

Puedo fingir perfectamente, más aún cuando mis papás me piden que cuide a mi hermanito, Michael—que lo quiero mucho no se enojen, pero también me gusta mi espacio y con un nene chiquito eso es imposible—, o cuando me contaron que me mudaría de país de un día a otro sin ni siquiera pensar en lo que yo pensaba al respecto.

Todo lo que pensé que haría se fue al tacho.

No supe a ciencia cierta desde que empecé a fingir, supongo que entre los doce o trece años, no estoy segura, lo único que tengo bien claro es que fingir ser perfecto para que mis papás estén orgullosos de mi.

Que nunca veas decepción en sus ojos es una de mis principales metas.

Son exitosos, tienen un negocio que les va bien y que siempre presumo y yo quiero sentir ese éxito, por ende intento siempre dar lo mejor de mí y que ellos estén contentos con ello. Tanto en lo académico, social y en el baile.

—Hija tenemos que contarte algo muy importante— el recuerdo volvió a mi mente como si de verdad fuera de mi presente —Conseguimos trasladar nuestra empresa a Nueva York.

Los miré sin expresión alguna, ¿Qué me afectaba a mi esto? Me pregunté a mi misma sin interés .

Los miraban sin emoción con los apuntes de la escuela en mi regazo, estaba estudiando porque es mi último año y debía sobresalir.

Como todo en mi vida,

Mi papá me miró como si me estuviese leyendo la mente, agregó:

—Nos mudaremos allá en una semana—dijo con toda la emoción que yo no tenía.

Mi cara fue digna de admirar, primero abrí la boca en forma de "o" sin saber que hacer ni qué decir.

Un novio por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora