Luana:
Estaba en la casa de una compañera, luego de desayunar un café con leche junto con unas tostadas con palta tocaba ensayar.
Porque como si fuera poco, además de la presentación, tenía una prueba de un baile que con mi amiga Martina, teníamos que preparar una coreo que tenía que tener una variedad de lo que habíamos aprendido hasta ahora, a ella le encanta el folclore y a mi el clásico, así que queríamos hacer algo con estas dos danzas.
Y estaba quedando bien, pero en mi cabeza lo que más se me pasaba era la presentación.
—Muy bien Luana—me dijo mientras me pasaba una botella de agua—Si no aprobamos con esto rompo todo.
Me reí por su entusiasmo, ella era una excelente bailarina, y para que nos tuviese fe a ambas era que teníamos algo bueno.
***
Cuando volví a casa me quité los zapatos porque al ensayar por tres horas me había dejado muerta, dejé todo en el perchero que estaba un espejo y me veía bastante bien hoy, las ojeras estaban cada vez mejor y no tenía un aspecto tan lamentable.
Al acercarme a la sala Gastón, con una camiseta gastada de Soda Stereo estaba jugando con su mirada fija en la pantalla con las piernas cruzadas en el sofá, tan concentrado que me daba risa.
Me senté a su lado de la misma forma y solo me dispuse a mirar lo que estaba haciendo.
—¿Quieres jugar?—me preguntó pasandome un control.
Yo me encogí de hombros, tomándolo, él me explicó para qué era cada cosa y me explicó el juego.
No era tan complicado, pero a la hora de jugar, si que me di cuenta lo malísima que soy con estas cosas.
—Soy malísima—dije cuando el personaje de Gastón me mató de la forma más ridícula posible.
El se rió abiertamente de mi, yo lo golpee en el brazo.
Aunque ahora lo que menos me interesaba era esta partida que había perdido, y él lo notó enseguida
—¿Qué te preocupa?— me dijo él de repente
Me daba un poco de vergüenza admitirlo.
—Solo que no sé si mis papás se van a creer que estamos saliendo.
Eso sí debió alertar, ya que dejó de jugar lo que sea que estaba haciendo y me miró con atención.
—¿Por qué crees eso?.
—No lo se, ellos siempre se daban cuenta de todo, tarde o temprano, y no quiero que me humillen enfrente tuyo.
Él me miraba sin poder entender, me mordía el labio, pensando si era buena idea o no soltar lo que se estaba pasando por mi cabeza.
—Recuerdo que una vez había mentido, me quise escapar por la ventana porque ellos no querían que fuera a un concierto, la cosa es que me descubrieron cuando me estaba yendo, y me dijeron cosas muy feas, y bueno por supuesto una amiga que había conocido y que me iba a acompañar lo escuchó todo, y me sentí tan humillada.
Tome una bocanada de aire, intentando desatar el nudo que se estaba armando en mi garganta
—Porque siempre los amé—continúe—, pero ellos nunca se dieron cuenta de cómo esas palabras tan feas que me decían, me afectaba.
Tenía las manos hechas un puño, y al abrirlas y mostrarle, tenía pequeñas marcas.
—Ves eso— enseñe mis manos—Algunos se muerden las uñas, yo me apretaba tanto que me terminé lastimando varias veces y...ya me quedó la cicatriz, se que lo del concierto estuvo mal, pero decir muchas cosas feas una tras otra...no se si eso te hace aprender más.
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Un novio por accidente
RomanceLuana piensa que tiene su futuro resuelto, ama bailar y esta contenta con la vida que lleva, pero por una decisión hace que su vida gire para siempre. Hace que deje todo lo que conoce y comience su nueva etapa en Buenos Aires, sola en su departam...