𝑹𝒆𝒔𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒚 𝒂𝒕𝒂𝒒𝒖𝒆𝒔.
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No era la primera vez que él luchaba por su tío.
El polo opuesto de su progenitor. Ya que, mientras Alex deseaba mantenerlo en la milicia, dentro de su régimen de FEMF, Thomas deseaba tenerlo de su lado.
Christopher era conocido dentro del Mortal Cage con un apodo, debido a que dentro de la arena, era otra persona, en su máximo esplendor. Todos lo eran, Death tenía un nombre real, pero nadie lo sabía, ni siquiera él. ¿Por qué?
El lugar era la representación del desencadenamiento de los demonios que todos los seres humanos poseen. La arena sanguinaria del Mortal Cage es solo una de las miles maneras de dejarlos libres de la jaula llamada "el bien común".
Morgan no quería entrar en el esquema social, por ello desde los quince se ganó una paliza para demostrar que era capaz de soportar eso y más, con tal de pertenecer al lugar que le permitiría ser él mismo.
Christopher ganó cinco batallas durante esa noche. Era una bestia con rienda suelta. Conocido como Legión.
Death lo llevó hacía las pequeñas habitaciones con literas y taquillas donde los luchadores podían descansar antes y después de sus combates. La decoración era mínima, con paredes grises y suelo de concreto.
Durante las noches siguientes la atmósfera seguía siendo silenciosa, proporcionando un respiro temporal del caos de la arena.
En la madrugada del viernes después de ser curado, se escucharon ruidos, gritos desesperados de hombres y mujeres que lo hicieron parpadear con un dolor agudo en la cabeza. Todos estaban despiertos debido a las súplicas.
Christopher sacó los pies de las cobijas y sosteniéndose la herida de la pelea de ese día se arrastró hasta la puerta, doblando para llegar al pasillo alcanzando la sala de reuniones. Sus ojos se encontraron con Thomas Morgan, quién sostenía una navaja manchada de sangre.
—¡Se está desangrando! —una mujer con el cabello castaño oscuro recogido en una trenza se mantenía de rodillas, golpeada, llorando mientras le hacía presión al cuerpo muerto del rubio— por favor...
Thomas se dio cuenta de la presencia de su sobrino, por lo que quiso ahorrarse el trabajo encendiendo el tabaco antes de sentarse para fumarlo.
—Legión, haga el honor—le mandó su tío y Christopher entró a la habitación ignorando la punzada en las costillas que le reprochaban que la herida del puñal estaba fresca—No lo mates, solo dale un poco de escarmiento.
El tío señaló al hombre que se mantenía de rodillas, observando con rabia a Thomas que mordió el puro.
Death le dió a Morgan uno de los cuchillos carniceros que caracterizaban el lugar, Christopher lo tomó mirando los rasgos japoneses que se posaban en su rostro, la oscuridad de sus ojos resaltó y el joven le cortó la mejilla logrando que la misma mujer gritará.
Cortó varias partes de su cuerpo sin pudor alguno, nadie se sorprendió, por algo eran el Mortal Cage.
—¡Basta, basta! ¡Tengo la información que necesitan!—la mujer se ahogó con su propio llanto y Thomas alzó la mano para indicarle a su sobrino que detuviera la tortura. El japonés se sacudió, negando a que ella diera la información, pero también habían niños y ella sabía que serían los siguientes—. Están en Nagano.
—¡Silencio, mujer! —el hombre volvió a moverse provocando una herida más profunda bajo su barbilla.
—Cosechan la droga que ustedes necesitan y la que le proveen a la Bratva, también la fabrican en Gehena.
—¿Qué hay de los italianos? —cuestionó Thomas y ella negó con la cabeza.
—La Bratva no quiere que su negocio sea de ellos—continuó sollozando con el cuerpo del que antes era su hermano en las piernas— si le venden a los italianos, se caería una parte del imperio.
—Suéltalo— mandó el tío y Christopher obedeció—encarguense de ellos, encierrenlos y usen los cuerpos para la siguiente pelea.
Legión lo siguió cuando salieron de la habitación donde se escucharon más disparos, gritos y sollozos de dolor.
—¿Qué pasa ahora? —cuestionó el sobrino con curiosidad.
—Viajamos a Nagano, vienes conmigo, si te dan los cojones que a tu padre le faltan—respondió caminando hacía la salida.
Morgan no respondió, simplemente lo siguió hasta que vieron varios autos llegar a recogerlos.
Del otro lado, a las afueras de Nagano, se hallaba una familia dentro de la cabaña rustica, lejos de todo el ruido. Los granjeros cultivaban una planta especial, una morada con semillas desconocidas que tenían dos propósitos: ser curativas o asesinas (dependiendo de las perspectivas).
La única hija de la pareja se amarró el cabello ondulado en una trenza suelta y salió dejando que el sol la acariciara, ella amaba los días así, soleados, frescos y libres. Caminó hacía su padre quién tenía una pala en la mano, su madre seguía preparando el almuerzo y ella decidió que quería ayudarle, pues se aburría con bastante facilidad.
Y es que, después de su mudanza de Gehena a Japón, no conseguía despegarse del hecho de que la guerra iría a ellos, que las flores magníficas que construían a modo de medicina serían investigadas y exploradas por otras personas que les darían malos usos.
Tenía conocimiento del mundo en el que lastimosamente había nacido, sabía que no podría huir de ello, no por mucho.
Se la pasó toda la tarde hablando y compartiendo con su padre, quién inculcó desde que era una niña, el valor de la vida, y le hizo amar la medicina y la farmacéutica. Ese era su campo.
Al caer la noche, tenía un presentimiento, al que por supuesto, con una buena comida no le prestó tanta atención y pronto lo olvidó.
Lo que no sabía era que su intuición era tan grande, como las ganas de poder de Thomas y pronto, la sed asesina de Christopher Morgan.
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MORTAL CAGE.
FanfictionChristopher Morgan es un fanatico de las peleas clandestinas, de las carreras ilegales y de todo lo antimoral. Con dieciocho años debe pensar en un futuro, no está dispuesto a renunciar a su apellido, pero tampoco a esclavizarse así mismo a su proge...