Créditos a quién le corresponda por la imágen. 💕
𝑶𝒋𝒐𝒔 𝒂𝒍𝒎𝒆𝒏𝒅𝒓𝒂𝒅𝒐𝒔.
💫💫💫
Un ataque, ese era el plan de Thomas, usando a Legión de escudo.
El chico era rápido, había aprovechado más de lo necesario su entrenamiento como cadete en la escuela principal con tan solo cinco años, lo que le daba una ventaja enorme. Los hombres del dueño del Mortal Cage se movilizaron por la montaña empedrada que llevaba a una casa a las afueras de Nagano.
—¿Qué buscamos? —curioseó Legión.
—Una científica— el tío respondió— deben tener un laboratorio, quiero sus apuntes.
—¿De cuantos años?
—No lo sé, busca a alguien que tenga el porte y ellos se encargaran de los demás, solo quiero a uno vivo.
—Ok.
Donde la familia de farmacéuticos que Thomas necesitaba se encontraba durmiendo en la tranquilidad del silencio nocturno. Todos menos ella, la rubia que se recogía el cabello en una trenza dorada suelta. Tomó su cuaderno de notas mirando el pequeño cubo de cristal dónde tenía la flor con varias modificaciones.
Escribió ciertos apuntes a modo de hipótesis respecto a la mutación en partes externas del cuerpo, ya que, aplicar la modificación como sustancia directa podría llegar a ser letal en el cuerpo humano. No había luz en la cabaña, solo un par de velas sobre la mesa, libros en la estantería que ella misma había labrado en madera pulcra y su cama con olor a lavanda.
Aun estaba vestida, el reloj no marcaba las nueve de la noche, sus horarios de sueño eran algo fundamental en su vida, pues si no cuidaba de su salud no alcanzaría las metas que tenía en mente, y para ella, el quedarse atorada no era parte de su plan.
Acercó la pequeña linterna al cristal notando el líquido morado salir de la flor con el nuevo químico y lo anotó. De repente, un ruido sordo rompió la calma. Un fuerte golpe en la puerta principal hizo que se detuviera, miró la puerta de su habitación que estaba cerrada y con la calma suficiente tomó el revólver que su padre le había dado, el que se hallaba en el tercer cajón de la mesa dónde ella trabajaba.
Ella bajó por las escaleras descalza, con el arma en mano, quizá solo había sido uno de los lobos que se mantenían en la zona.
Se acercó cautelosamente a la puerta y miró por la mirilla, pero no vio a nadie. Con el corazón acelerado, decidió abrir la puerta solo un poco, lo suficiente para mirar afuera. No había nada, solo el campo vacío iluminado por la luz tenue de la luna recalcando el camino.
Un silencio tenso se expandió por sus oídos. No le gustaba eso, tenía una espina de premonición dentro de la garganta. Algo no estaba bien.
Salió rodeando la zona y se dirigió al granero corriendo, los caballos estaban dormidos, solo uno de ellos (el más grande) se movía inquieto. Revisó a los animales con la linterna y notó que todos estaban en órden, tanto los grandes, las yeguas como las nuevas crías.
Sintió un escalofrío cruzar toda la columna vertebral, dejándola paralizada. El caballo blanco se agitó y su cuerpo detectó una segunda presencia a sus espaldas.
Morgan la observaba, el cuerpo envuelto en una seda blanca, como una princesa de porcelana. Su cabello le daba a la espalda baja, aún estando semi recogido, él podía sentir su temblor, casi que percibía los afanados latidos de ese corazón temeroso.
Ella se giró, subió el rostro para hallar a la persona y sus ojos almendrados dieron contra el gris que parecían haber absorbido el color del cielo nublado. Eran ojos duros y fríos, como el acero, reflejando la determinación y la resistencia de su dueño. En su mirada no había rastro de temor, solo una resolución implacable.
La rubia pasó saliva, con una punzada de pánico en su sistema nervioso, poniendo sus terminaciones corporales alteradas.
—Tu... ¿quién eres? —murmuró ella.
—Legión.
En cuanto ella quiso reaccionar, él plantó la jeringa que tenía escondida en la manga dentro de su cuello. Pudo haberla llevado a la fuerza, pero no, algo lo obligó a llevarla inconsciente, y en ese tiempo la familia de la supuesta científica fue masacrada, incendiaron la casa y para la desgracia autoprovocada de Thomas, los apuntes jamás fueron encontrados.
Porque según él, debían hallar un laboratorio del tamaño de la cabaña. Desconociendo que el mayor tesoro y amenaza lo llevaba su propio sobrino siendo el peligro y eslabón flojo del Mortal Cage.
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MORTAL CAGE.
FanfictionChristopher Morgan es un fanatico de las peleas clandestinas, de las carreras ilegales y de todo lo antimoral. Con dieciocho años debe pensar en un futuro, no está dispuesto a renunciar a su apellido, pero tampoco a esclavizarse así mismo a su proge...