💫💫💫
Entrenamiento personal.
—La idea es que estés preparada para todo.
Créame que lo estoy ministro. Pensó inmediatamente.
Sara le preparó el desayuno y a las dos horas tenía a Alex a sus espaldas, con el uniforme militar y un silbato colgado del cuello. Christopher la miraba tras las gafas oscuras, con los brazos cruzados. Repasó ese atuendo militar que se le ajustaba a la perfección, las piernas kilométricas siendo abrazadas por los camuflados que le hacían justicia a la cintura y caderas anchas.
El silbato sonó y ella comenzó a correr entre los conos anaranjados, logrando que su pecho se agitara, se movió con rapidez, como una gacela con destreza. Alex la frenó en la cuarta ronda.
—Estás haciéndolo mal.
—¿Estoy? ¿O tus obstáculos están hechos para novatos?
—No has entrenado antes.
Uda soltó una risa pequeña mostrando la dentadura perfecta y brillante antes de soltar el primer puñetazo que alarmó a Christopher, pues ese acto solo fue el primero, le barrió los pies antes de rodearle la cabeza con ambas piernas, inmovilizando al ministro en el piso.
Alex intentó soltarse y solo logró lastimarse más, su hijo gozó por un momento la escena antes de apuntarle con su revólver a Uda, quién aflojó la maniobra y se levantó.
—Me entrené con un Mascherano, en un nido de cuervos. Aquí los lobos parecen no apreciar la carne fresca— espetó ella haciendo que Alex se levantará con el demonio por fuera—. Si quieres que me comporte como una novata dímelo desde ya, sigue poniéndome estas pruebas. Si quieres tener a un lobo en piel de oveja duplica, he podido antes, podré ahora y después.
—Primero, no me toques. Segundo, no me vuelvas a tocar.
Ella apretó los labios cuando se dio cuenta que Alex alzó la barbilla, gesto que compartía con su hijo cuando perdía algo y le dolía el ego.
—Cinco circuitos— dijo él—y no se te ocurra volver a tocarme.
La rubia sudó durante las siguientes tres horas, Alex la hizo pagar por el pequeño indulto de haberlo tocado. Quería vengarse, lo que no sabía era que Uda era fuerte como el acero y no iba a dar su brazo a torcer.
Los siguientes dos días comenzó a usar otros ejercicios, los que sacaban el doble de potencial, los que le hacían doler los músculos reventados, los calambres no daban tregua, pero ella tampoco. Seguía la regla del 40% y aún no había sacado lo mejor de sí misma.
Se lo metió en la cabeza y logró la siguiente semana, solo que ahora bajo la supervisión de Christopher.
—¡Octavo circuito! —Christopher la siguió desde lo lejos, con la mandíbula tensa—. Estás muy lenta, muévete, ahí ya te habrían derribado.
¡Gilipollas! Ella tomó una bocanada de aire, sin mirarlo.
—¡Muévete! —tronó él cuando ella intentó hidratarse, se tragó la rabia y salió al noveno circuito, que era un campo totalmente distinto.
La luna brillaba tenuemente, proyectando sombras alargadas sobre el terreno. El aire fresco y la humedad del barro resaltaban bajo sus botas, mientras avanzaba con determinación.
Primero, se enfrentó al muro de escalera, una pared vertical que se erguía ante ella. Con esfuerzo, utilizó sus manos y pies para escalar, sintiendo la rugosidad de la superficie. Una vez en la cima, miró hacia abajo, tomando un respiro profundo antes de descender con cautela.
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MORTAL CAGE.
FanfictionChristopher Morgan es un fanatico de las peleas clandestinas, de las carreras ilegales y de todo lo antimoral. Con dieciocho años debe pensar en un futuro, no está dispuesto a renunciar a su apellido, pero tampoco a esclavizarse así mismo a su proge...