El pequeño serafin abrió sus ojos, pero rápidamente tuvo que cerrarlos debido a aquella luz tan resplandeciente de la mañana. Cuando sus ojos lograron acostumbrarse, pudo ver a su hermano mayor mirándolo fijamente con una gran sonrisa y sintió como sus mejillas se teñian de aquel tono dorado.
— Mi-Miguel... Qué... Qué haces? Hace cuánto tiempo estás despierto? — Preguntó aquel pequeño serafin mientras tallaba sus ojos e intentaba sentarse en aquella cama y sentía un poco de dolor y hacía una pequeña mueca.
— Estás bien? — Preguntó preocupado aquel arcángel mientras acariciaba la mejilla de su hermano menor y lo miraba a los ojos totalmente enamorado.
Luzbel asintió tímidamente mientras lo miraba a los ojos, al poco tiempo su mirada fue hacía aquellas sábanas blancas, notando aquella mancha de sangre dorada, prueba de su pureza arrebatada y algunas de sus plumas esparcidas.
Aquel arcángel tomó la barbilla de su hermano y se acercó a sus labios para besarlo dulcemente.
— Mmmmmgr... Tienes hambre? Pedí que nos trajeran panqueques para desayunar pero antes debemos ducharnos y limpiar un poco el desastre, no crees? O podemos hacerlo de nuevo... Tu dime... — Dijo aquel arcángel mientras miraba a su alrededor, era más que obvio lo que había sucedido en esa habitación.
Luzbel no pudo evitar sentirse avergonzado y eso lo hizo desviar su mirada, desde que cuando su hermano era así de desvergonzado y lujurioso?
— Yo... Creo que mejor tomamos una ducha... En realidad tengo hambre. — Dijo aquel serafin mientras miraba los ojos de aquel arcángel que tanto amaba y sentía como su estómago gruñía avergonzadolo.
Miguel soltó una risita y se levantó de aquella cama para cargarlo y así poder guiarlo al cuarto de baño.
Luzbel rodeo su cuello con sus brazos mientras sentía como lo iba llevando a aquel cuarto de baño, pulcro y reluciente.
Al estar completamente desnudos fue más fácil para aquel arcángel llevarlo bajo la regadera y abrir la llave dejando que aquella agua cristalina y tibia cayera sobre sus cuerpos.
Luzbel cerró sus ojos mientras sentía como su cuerpo se refrescaba por aquella lluvia artificial y escondía su rostro en el hombro de su hermano.
Pudo sentir como Miguel comenzó a acariciar su cuerpo, provocando pequeños jadeos y escalofríos por parte del rubio más bajo.
— Mmmmmgr... Mi-Miguel... Qué... Qué haces? — Preguntó el pequeño serafin entre jadeos mientras seguía sintiendo como su hermano tocaba su pequeño cuerpo.
— Solo estoy tallando tu lindo cuerpo, mi estrellita. — La voz de aquel arcángel se escuchó en el oído de aquel serafin y eso hizo que Luzbel apretará sus ojos con fuerza.
El pequeño serafin no iba a mentir que sentir las caricias de su hermano lo hacían vibrar y volverse loco.
Aferró sus uñas en sus hombros, dejando pequeñas marcas mientras sentía como sus piernas comenzaban a temblar.
— Mi-Miguel... Ba-Bajame un momento... Por favor... — Dijo aquel serafin entre jadeos, al poco tiempo sintió como su hermano lo bajaba con cuidado y pudo notar aquel miembro erecto lo cual lo hizo avergonzarse.
Luzbel dudoso bajó su mano y acaricio aquel miembro pero sintió como su hermano tomaba su mano y eso lo hizo levantar su vista donde sus ojos celestes se encontraron.
— Así déjalo, estrellita... Si continuamos nunca vamos a salir de la habitación. — Dijo aquel arcángel mientras llevaba la pequeña mano de su gemelo a sus labios y depositaba un pequeño beso.
Luzbel se sonrojó de nuevo y asintió, sabía que su hermano tenía razón.
Ambos terminaron de ducharse y salieron, debían limpiar la habitación, justo a tiempo antes de que llegará el desayuno.
— Hoy tendré un poco de trabajo... Pero al finalizar quiero hablar con Padre... Quiero pedirle permiso para estar contigo... Ya sabes... Cómo amantes... — Dijo aquel arcángel mientras tomaba la pequeña cintura del serafín y lo pegaba a su cuerpo.
Aquellas palabras hicieron que el rubio de baja altura se volviera a avergonzar... Justo cuando iba a responderle, Luzbel sintió como su hermano lo besaba dulcemente.
Aquel beso tuvo que durar muy poco tiempo, ya que se escuchó como tocaban la puerta de la habitación de los gemelos y tuvieron que separarse.
— Sientate estrellita... Debe ser nuestro desayuno. — Dijo aquel arcángel con una sonrisa mientras se acercaba a la puerta y fruncía el ceño al ver a su hermano Joel.
— Buenos días, hermano Miguel. — Dijo aquel serafin de cabellos dorados y antifaz blanco.
— Qué haces aquí? Recuerdo que te vería en la sala de juntas en dos horas... Sucedió algo? — Dijo aquel arcángel mientras cruzaba sus brazos y entrecerraba aquella puerta para que su hermano no viera a su hermanito.
— No vengo a verte por gusto... No después de lo que hiciste de perdonar a Luzbel... Fuiste demasiado compasivo con él... Solamente vengo a decirte que Padre quiere verte y quiere que vayas a verlo en este mismo instante. — Dijo aquel serafin mientras miraba los ojos de su hermano.
Aquel serafin era bien conocido por ser celestial recto y fiel a las reglas, era más que obvio no estaba de acuerdo con la decisión que su hermano había tomado.
Miguel soltó un suspiro, si su Padre le llamaba, tal vez sería para darle algún trabajo extra.
— Bien... Iré enseguida... Solamente voy a vestirme e iré. — Dijo aquel arcángel mientras cerraba aquella puerta y se dirigía hacia donde estaba su hermanito quién lo estaba mirando fijamente.
— Trabajo? — Preguntó aquel pequeño serafin mientras desviaba su mirada un poco decepcionado, siempre era lo mismo con su hermano, cuando iban a pasar tiempo juntos siempre ocurría algo... Le sorprendía que durante la noche dejarán a aquel arcángel dormir.
— Si... Lo siento estrellita... Tendrás que desayunar solo, pero prometo recompensarte... — Dijo Miguel mientras tomaba su mentón y besaba sus labios dulcemente.
Luzbel cerró sus ojos mientras le correspondía a aquel beso, abrió su boca mientras sus lenguas comenzaban a entrelazarse. Aquel beso tuvo que durar muy poco y Miguel se separó mientras acariciaba la mejilla del pequeño.
— Te amo, mi estrellita... — Dijo aquel arcángel mientras chasqueaba sus dedos y se cambiaba a sus ropas habituales.
— También te amo, Miguel. — Respondió Luzbel mientras miraba como su hermano creaba un portal hacía lo que parecía ser la oficina de su Padre y se iba de aquella habitación.
Miguel entró en aquel lugar y vió a su Padre quien ya estaba esperándolo.
— Miguel... Mi Arcángel favorito... Tenemos algo importante de qué hablar... — Se escuchó la voz del Todopoderoso mientras le hacía una seña a aquel arcángel para que se acercará.
Aquel arcángel hizo una pequeña reverencia mientras se acercó a su Padre un tanto temeroso... Sabía que no había actuado conforme a su voluntad pero estaba dispuesto a aceptar el castigo que se le impusiera.
— Estoy aquí Padre... — Dijo el arcángel mientras bajaba su mirada al suelo.
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Alas Entrelazadas (HeroStar)
Fiksi PenggemarLuzbel es tentado por fuerzas oscuras, poniendo a prueba su amor y lealtad. Miguel debe elegir entre salvar a su hermanito o proteger el orden divino.