24.

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El Porsche volaba por la carretera mientras la mente de Jungkook hervía como un volcán a punto de entrar en erupción.

Aquel tipo era inmune al sol y se había desmaterializado en sus propias manos. Había otro como él, y estaba seguro de que eso no era bueno. Se devanaba los sesos buscando una explicación, y solo se le ocurría que habían sido transformados por el mismo ser, fuese lo que fuese aquella cosa que le mordió.

Meneó la cabeza tratando de despejarse y pensar con más claridad. ¿Y si el vampiro que lo transformó no estaba muerto? ¿Y si era él el que estaba detrás de todo? ¿Y si aquel tipo estaba reuniendo a su prole para algún fin descabellado? No era posible, el propio Jonathan le había arrancado el corazón aquella noche en la que fueron atacados.

Entonces, ¿Quién era?

—¿Has visto a ese tipo? Es increíble. Debemos quedarnos, este es el único lugar donde podremos protegerte. Van a por ti, ya lo has oído —dijo Jiwon furioso.

—No sé qué o quién está detrás de todo esto. Y no pienso quedarme aquí y atraerlo hasta ustedes —indicó Jungkook circulando a toda prisa por la serpenteante carretera.

—Y si te atrapa, ¿Cuánto tiempo crees que tardará en venir por nosotros? —le hizo notar—. ¿Y qué pasa con Taehyung? — añadió.

Jungkook frunció el ceño y empezó a temblar de ira.

—Si me marcho y lo abandono, ese ser se convencerá de que no me importa y lo dejará en paz —dijo sin mucho convencimiento—. Y ustedes podrán protegerlo mejor que yo. —Ladeó la cabeza para mirarlo a los ojos—. ¡Prométeme que cuidarás de él!

—Con mi vida —señaló Jiwon sin dudar. De pronto algo llamó su atención—. ¿Qué ocurre allí?

Más adelante, los bordes de la carretera estaban llenos de coches aparcados y, a través de los árboles, se distinguían un par de hogueras.

—¡Para, para! —dijo Jiwon—. Es Eunwoo. ¿Qué hace aquí con todos esos? —masculló al percatarse de la presencia de Seokjin y sus amigos.

El mirador estaba lleno de chicos. Habían improvisado una fiesta en torno a un par de hogueras. La música surgía de un coche a un volumen ensordecedor y resonaba contra las paredes de la garganta por la que discurría el arroyo. El olor a cerveza flotaba en el ambiente, mezclándose con el humo de la madera al crepitar, y el de la resina de los árboles.

Jiwon bajó del coche y se aproximó a su primo que, con los brazos cruzados sobre el pecho, observaba atento a la gente.

—¿Qué haces aquí? —preguntó a Eunwoo en cuanto llegó a su lado.

Jungkook se mantuvo unos pasos por detrás, estaba sediento y el olor de la sangre de toda aquella gente se convirtió en algo irrespirable para él.
Eunwoo hizo un movimiento con la cabeza. Jiwon siguió con la mirada la dirección del gesto y vio a Jimin conversando con Taehyung junto al escaso muro de piedra que los separaba del abismo.

—Está bebiendo mucho, Jimin trata de convencerlo para que venga a casa con nosotros.

  —¡Tae, por favor, ven a casa conmigo! —rogó Jimin de nuevo.

—No, me estoy divirtiendo.

—Estás borracho —replicó con un leve tono de censura.

—Solo he bebido un poquito. Además, siempre te estás quejando de que no sé divertirme, y por una vez que lo hago, quieres que vuelva a casa. ¡No hay quien te entienda, Jimin! —repuso indignado.

—No te estás divirtiendo, haces esto por despecho —dijo mientras lanzaba una mirada de desprecio a Seokjin. El chico no apartaba los ojos de ellos mientras apuraba una cerveza—. Si te quedas aquí, harás cosas de las que mañana te arrepentirás. ¿No crees que ya has tenido bastante por hoy?

BLOOD PACT¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora