19.

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Taehyung dejó escapar un gruñido, y se tapó la cabeza con las sábanas en cuanto el sol entró a raudales por la ventana.

Tanta luz le estaba dando dolor de cabeza. Cerró los ojos e intentó dormir de nuevo, pero enseguida se dio cuenta de que no lo conseguiría. No paraba de darle vueltas a lo ocurrido unas noches antes en la residencia de los Min. La última hora en esa casa había sido surrealista: hombres colgando de los árboles, la actitud misteriosa que todos ellos habían adoptado y su marcha precipitada, prácticamente forzada, minutos después.

Había intentando sonsacarle algo a Soobin mientras le llevaba a casa, pero el chico se había mostrado distante y evasivo, además de elegantemente educado, cuando se había burlado de él por su desbordante imaginación. Y quizá estaba en lo cierto, y todo era producto de sus propias paranoias.

«Jimin», pensó en su amigo. Se levantó y buscó el teléfono entre el desorden de la mesa. Regresó a la cama y con gesto cansado se masajeó las sienes. Parpadeó un par de veces, tratando de aclarar su vista borrosa, y marcó de nuevo. Al otro lado una voz nasal le repitió que el número al que llamaba no estaba disponible. No esperó a que sonara el pitido del buzón de voz. En los últimos dos días había dejado diez mensajes, y Jimin no había contestado a ninguno. No había vuelto a casa, ni tampoco había ido al instituto, al igual que Eunwoo.

Se vistió deprisa y pasó del desayuno, tenía el estómago revuelto.

Cuando llegó al aparcamiento del instituto, buscó con la mirada el coche de su amigo. Esa mañana tampoco estaba en el sitio de costumbre. Se acercó al banco donde Ava y Alan charlaban, y se sentó junto a ellos esperando a que comenzara su primera clase. Fingió durante un rato que le interesaba la conversación, hasta emitía algún sonido de sorpresa ante el extenso repertorio de noticias y cotilleos de esa mañana. Por eso supo que Travis y Selene habían roto después de una pelea monumental durante el último entrenamiento, y que habían pillado a Harry dándose el lote con Mason en el asiento trasero de su coche. Al cabo de unos minutos, Taehyung dejó de prestar atención y se dedicó a repasar la lista de tareas que tenía pendientes.

Por el rabillo del ojo vio cómo Kim Jisoo se acercaba con su escolta de animadoras, seguida de su hermano Seokjin y de algunos de los chicos del equipo de fútbol. Les encantaba pavonearse delante de todos, conscientes del interés y las envidias que despertaban en muchos de sus compañeros. Taehyung tuvo la sensación de que Jisoo lo miraba con demasiado interés.

— Tae, Jisoo no deja de mirarte —susurró Ava. Soltó un gritito y se tapó la boca con las manos—. ¡Dios mío, creo que viene hacia aquí!

«Genial», pensó Taehyung. Nada mejor para empezar el día como que Kim Jisoo lo tomara como blanco de sus burlas.

La chica se paró frente a él, con su minifalda tamaño cinturón y su pelo dorado agitado por el viento, haciendo gala de lo bien que se le daba manejar las tenacillas. Siempre iba masticando chicle, con aquel gesto altivo y prepotente que le hacía torcer la boca hacia un lado.

— ¿Hoy tampoco ha venido tu amigo el rarito? —preguntó Jisoo en tono burlón y mostrándole una sonrisa que se esfumó con la misma rapidez que había aparecido.

— Perdona, ¿has dicho algo? —preguntó Taehyung a su vez con mala cara.

Jisoo tamborileó con sus uñas pintadas de rosa pastel la carpeta que abrazaba.

— Desde que sale con Min tiene poco tiempo para estar con los amigos. —Hizo una pausa y puso los ojos en blanco —. Bueno, no exageremos… amigo. Porque eres el único que tiene ¿no?

— ¿Qué quieres, Jisoo? —preguntó el doncel arrastrando las palabras y su irritación aumentó al ver la sonrisa inocente que esbozó la rubia.

Jisoo se ahuecó el pelo con los dedos antes de contestar.

BLOOD PACT¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora