Capítulo 9.

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MARATÓN 2/2

Ashlee.

—¿Estás segura? —preguntó Noah.

Afirmé con la cabeza. Obviamente estaba segura, este era el sueño de mi mejor amiga y haría lo que fuera para que ella pudiera cumplirlo.

Giré en redondo hasta colocarme frente a ella, acerqué mis brazos a su cuerpo para dedicarle un abrazo reconfortante el cual correspondió enseguida.

—Gracias. —balbuceó en mi oído.

Aferré con mayor fuerza mis brazos a su cuerpo para que entendiera que no había problema con eso.

Rompí el contacto físico entre nosotras y tomé mi celular para escribir una simple palabra: "celebremos" y entregárselo. Charlotte dejó caer una lágrima por su mejilla para levantar el mentón y sonreír.

—¿Celebramos?

—Hecho. —aceptó Noah.

Él caminó hasta el minibar de la cocina, sacando algunas latas de cerveza y dejándolas sobre el mostrador.

—¿Desde cuándo bebes alcohol? —preguntó Oliver.

—Ashlee no bebe alcohol. —anunció Char.

—Son cervezas sin alcohol. —explicó, trayendo las cuatro al mismo tiempo.

—Aceptado entonces. —dijo Char, agarrando una.

Tomé la otra con mis manos dejando una sonrisa al aire que él devolvió. Le dio la penúltima a su mejor amigo quedándose él con la que sobraba.

—¡Por las buenas noticias! —brindó Oliver.

—¡Por los nuevos amigos! —agregó Noah.

—¡Por noviazgos no planificados! —incluyó Charlotte.

—¡Por la felicidad de Ashlee! —gritaron los tres al mismo tiempo.

El color carmesí no tardó en aparecer en mi rostro cuando gritaron la última frase. Alcé la lata abierta, brindé con ellos y bebí el contenido sintiendo un pequeño ardor en la garganta.

El celular de Charlotte inició un tono con una llamada entrante, interrumpiendo el momento justo en el que ella iba a hablar.

—Es Anne. —murmuró contestando—. ¿Sí? —dicho eso se levantó en dirección a la puerta para tener más privacidad.

—Bueno, somos nosotros tres ahora. —enunció Oliver, que dirigió su vista a Noah—. Música Dj. —ordenó.

Noah corrió hasta el pasillo desapareciendo en lo que Charlotte volvía por la puerta principal.

—¿Y Noah?

—Fue a buscar la bocina.

—Aquí estoy. —gritó regresando al grupo, conectando el bluetooth de la bocina a su celular.

—Antes de que pongas la música —llamó su atención Char—, tengo unas cosas que decirles.

Todos nos quedamos atentos y asentimos para darle la palabra.

—Como quedamos en que Ashlee se quedaría con Noah, acepté ir a ese viaje. —Oliver aplaudió y levantó ambos brazos al escucharla como señal de aprobación—. Me voy mañana en la tarde.

—No pensé que fuera tan pronto. —interrumpió Oliver, bajando la cabeza.

—Procede, Oliver, a jugar con su mano por un tiempo más largo del que pensó. —bromeó Noah.

—Cállate, imbécil. —rechistó Oliver fulminándolo con la mirada.

—Bueno, bueno. —Charlotte los cortó a los dos con una leve sonrisa—. La otra noticia es que pasado mañana Ashlee podrá comenzar las lecciones de terapia para tratar la mudez.

Abrí la boca asombrada. Vale, eso no me lo esperaba.

—Hablé con Anne para que buscara una terapeuta sobre el tema y la consiguió, ya tengo su contacto y todo así que antes de irme se lo enviaré al igual que a Noah para que puedan asistir. —me dijo—. Podrás hablar pronto. —pronunció con la voz quebrada.

Inmediatamente me abalancé sobre ella dándole un abrazo fuerte como agradecimiento. Pronto, muy pronto podría pronunciarle esas palabras y decirle cuánto la quiero y agradecerle por ser mi mejor amiga durante tantos años.

—Otro motivo más para celebrar. —Oliver levantó su cerveza y la de Charlotte a la vez.

Noah subió la música, poniendo como primera una de reguetón perfecta para mover las caderas —o al menos eso opinaba Charlotte, que fue la primera en lanzarse a bailar en medio de la sala—.

—Vamos, Ashlee, mueve esas caderas. —invitó ella.

Negué drásticamente, ¿bailar? Por favor, apenas lo había hecho algunas veces en mi vida y menos me atrevía a hacerlo con la mirada fija de Noah sobre mí.

—No seas tímida. —rogó mientras se restregaba sensualmente frente a su novio.

A veces le tenía envidia a ese lado tan alocado de Charlotte, sin miedo a hacer las cosas, pero ya que, yo soy feliz así como soy o al menos estoy comenzando a ser feliz.

—¿No quieres bailar? —me preguntó Noah, sentándose a mi lado.

Negué poniéndome colorada. Si él me viera bailar seguro se reiría.

Lo miré un momento a él. ¿Por qué debía bailar yo, no podía hacerlo él? ¿Por qué se quedaba aquí a mi lado? ¿Por qué me había ayudado cuando tuve ese ataque? ¿Por qué tenía que ser el mejor amigo de Charlotte? ¿Por qué sus ojos eran tan achinados que apenas se lograba ver la tormenta de emociones que había dentro de él? ¿Por qué tenía que tener unos rasgos asiáticos tan perfectos? ¿Por qué tenía que ser un chico adicto al ejercicio tan guapo? ¿Por qué... me estaba mirando?

—Avísame cuando dejes de comerme con la mirada. —bromeó.

Y claramente su bromita tuvo el efecto que él buscaba en mí porque enseguida comenzó a reírse al ver el volcán que se habían vuelto mis mejillas.

—Eres tan tierna cuando te sonrojas. —confesó.

Parpadeé sintiendo el calor aumentando cada vez más en mi rostro, sin darme cuenta de que él se acercaba cada vez más hasta estar a centímetros de mí. Formuló una sonrisa ladeada que provocó una fuerte lucha entre mis emociones internas para no bajar la vista hasta su boca.

No rompía el contacto visual conmigo y tampoco se movía hacia ningún lado, y por un segundo creí que la música había dejado de sonar o que mis oídos habían activado el modo mute ante cualquier cosa que pudiera distraerme.

Alzó su mano y con una delicadeza extrema colocó un mechón suelto detrás de mi oreja, acariciando las facciones de mi mandíbula y dejando un rastro de calor en cada centímetro que rozaba. Su mano descansó entre mi mejilla y mi nuca, creando caricias con su pulgar en mi rostro.

Se acercó unos centímetros más ladeando la cabeza, quedando demasiado cerca de mis labios y rompiendo el contacto visual para admirar cada rincón de mi rostro y así clavar su vista en mis labios. Mi corazón se aceleraba con cada movimiento sutil suyo y las mariposas que revoloteaban en mi estómago creaban una mezcla de adrenalina y emociones que nunca había sentido.

Cerré los ojos un momento cuando un dolor punzante se acunó en la parte trasera de mi cabeza y, de repente, todo se tornó negro.

Silencio del Corazón. - [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora